Por Melisa Barrios
Ahí está Quino. Observa con mirada tierna, desde una placita en El Trébol, a su más maravillosa obra.
La mira sabiendo que ya no podrá dibujarla, que no habrá más líneas ni colores. La mira convencido de que no hace falta porque hace tiempo le dio viva y la hizo inmortal.
Ahí está Quino. Seguramente hoy estará dibujando el universo, llevando sus ideales a otras dimensiones.
Ahí está Quino. En presente, en ahora, en el hoy. Está porque las personas como él, que trascienden corazones, almas y mentes, no mueren. Está porque siempre habrá un recuerdo que le dará vida.
Ahí está Quino. Ese hombre que a través de las historietas le puso palabra y voz al horror. El hombre que habló de las injusticias, de la censura y se acordó de los humildes y sus necesidades.
Ahí está Quino. Pensaba que derecho defender, a quien visibilizar y por quien pedir.
Ahí está Joaquín Salvador Lavado Tejón, Quino para el mundo. Tal vez hoy, paró el mundo y se bajó. No porque se haya rendido, sino porque era el momento de llevar su magia a otro lado.
Ahí está Quino, ganándole al tiempo, marcando el rumbo de muchas generaciones, haciendo reír y pensar a una incontable humanidad desde hace décadas.
Un pequeño homenaje para alguien que alcanzó la inmortalidad y que hoy nos dijo, hasta luego.
Desde acá decimos, hasta la próxima historieta…
