Las personas con grupo sanguíneo A tienen un 50% más de riesgo de necesitar apoyo respiratorio en caso de infección por coronavirus que la media de enfermos. Las del grupo 0, un 35% menos. Un trabajo publicado este miércoles en la revista New England Journal of Medicine (NEJM) y elaborado por médicos de las unidades de intensivos de siete hospitales italianos y españoles ha concluido que uno de los factores que influyen en la gran variabilidad de la gravedad de la infección que se han encontrado puede ser el grupo sanguíneo.
La “fuerte asociación” es, en este caso, estadística tras analizar regiones genéticas de 1.980 personas ingresadas en las unidades de intensivos y compararlas con las de 2.205 personas que no habían tenido la enfermedad. Es decir, no hay una explicación de por qué los genes que determinan el grupo sanguíneo pueden tener un efecto más o menos protector.
Sí que hay ideas acerca de esa posible relación con una zona del cromosoma tres que tiene seis genes, los cuales se ha visto que están relacionados con la mayor vulnerabilidad de los pacientes. Por ejemplo, uno de ellos está relacionado con la enzima ECA2, que es la puerta de entrada del coronavirus en las células. Otros dos codifican los receptores de quimiocinas, que son las sustancias que desencadenan el proceso inflamatorio agudo —la llamada tormenta de citoquinas— que se produce en muchos casos en una segunda etapa de la infección, y que es para lo que se ha visto la utilidad de la dexametasona. Uno de ellos, además, regula la ubicación específica de las células del sistema inmune que responden a los patógenos de las vías respiratorias. Estas variantes genéticas son más frecuentes en personas más jóvenes (media de 59 años), lo que podría explicar, al menos en parte, la gravedad de ciertos casos en este grupo de edad, afirman los investigadores.
“Se dispuso en menos de dos meses de toda la información necesaria para evaluar los resultados y compararlos con un grupo control de 2.205 controles sanos. Así, se identificó una mayor frecuencia de 26 variantes genéticas en los pacientes afectados por insuficiencia respiratoria en comparación con el grupo control no infectado, y dos de ellas en particular localizadas en los cromosomas 3 y 9 mostraron una potente asociación con la gravedad”, explican los autores.
“Los resultados de este estudio permiten avanzar en la identificación de los pacientes de mayor riesgo que necesitarán ingreso en las unidades de cuidados intensivos, así como conocer mejor la fisiopatología de la enfermedad mediante la identificación de estos genes implicados”, ha asegurado Ricard Ferrer, presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), y que también ha participado en el estudio como responsable del Servicio de Medicina Intensiva en el hospital Vall d’Hebron (Barcelona). Además de este centro, por la parte española han participado el Hospital Clínic de Barcelona, el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid y el Hospital Universitario Donostia.
“Investigaciones previas habían indicado que factores como la edad y enfermedades crónicas como la diabetes e hipertensión, así como la obesidad, aumentan el riesgo a desarrollar casos graves de covid-19. Sin embargo, este estudio demuestra la posibilidad de identificar personas más vulnerables al desarrollo de enfermedad grave con insuficiencia pulmonar por el coronovirus según sus características genéticas, lo que posibilita identificar grupos de riesgo que necesiten una protección especial y diseñar tratamientos personalizados”, señala una nota del Ministerio de Ciencia, que ha participado en el trabajo a través de los centros de investigación biomédica en red de enfermedades respiratorias (Ciberer) y de enfermedades hepáticas y digestivas (Ciberehd).
“Este estudio europeo colaborativo ha sido el primero en identificar factores genéticos que aumentan el riesgo de desarrollar insuficiencia respiratoria en pacientes con covid-19. Sin embargo, no es el único estudio que está investigando en esta línea, ya que existen diferentes consorcios internacionales cuyo objetivo es identificar características genéticas de riesgo de covid-19. De esta manera, futuros estudios permitirán ahondar en estos resultados”, añade el ministerio.
El trabajo –como todos– tiene sus debilidades, que los propios autores reconocen. Simon Heath, del Centro Nacional de Análisis Genómico del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, apunta a que aunque “en general las relaciones [entre genes y enfermedad] parecen fiables”, aunque hay aspectos “que deben ser replicados” en otros estudios “antes de que se puedan considerar probados”, informa Manuel Ansede. Heath destaca, sobre todo, dudas metodológicas respecto a la correlación entre el grupo sanguíneo y la gravedad de la enfermedad, ya que la base de comparación en este caso no se tomó en el momento, sino que se usaron muestras de un banco de sangre anteriores a la epidemia.
El médico Ricard Ferrer, participante en el trabajo, explica que este tipo de análisis se hace “sin partir de una hipótesis”. Es decir, no se buscan alteraciones en genes concretos. En ese sentido, que hayan aparecido variaciones relacionadas con el grupo sanguíneo ha sido un resultado no buscado, pero que da una explicación a algo que ya se había observado en la práctica, como era que las personas de un grupo evolucionaban mejor que las de otro, explica Ferrer. En el trabajo se aventuran algunas explicaciones aún en ciernes para esta relación, como la del grupo 0 con una mayor producción de un tipo de anticuerpo o con una diferente coagulación.
El facultativo del Vall d’Hebron cree que a medio pazo estos hallazgos podrían llevar a establecer sistemas de análisis rápidos de los pacientes, aunque eso solo sería útil si como consecuencia de ellos se pudiera determinar qué tratamiento es mejor para cada uno, algo que ahora, sin una medicación específica para el coronavirus, no tiene sentido. Más a corto plazo cree que ir determinando factores predictivos puede ayudar en la clínica, sobre todo en momentos en que llegan muchos casos. “A lo mejor recibimos dos con la misma fiebre, la misma saturación y la misma frecuencia cardiaca, pero sabemos que si uno es varón, de más de 60 años, con obesidad, hipertensión y, ahora, alguna de estas variaciones genéticas tiene más riesgo de acabar en una UCI que otro”, explica.
Noticia El Litoral