Ninguna historia es igual. Tampoco los comercios con sus necesidades.
No hay local que venda igual, por el día, por la hora, por el rubro.
Y en estos tiempos de necesidades, poder escuchar, poder fraccionar la flexibilización de acuerdo a lo que el trabajador necesita, es fundamental.
Esta es la historia de los viveros y las florerías. Comercios muy particulares que viven de los eventos. Los alegres y los tristes. Una florería vive de una fiesta, de un casamiento, pero también de un velorio o de una visita al cementerio.
Y los fines de semana, entre los viernes, los sábados y los domingos, es cuando este tipo de negocios más reditúa a sus propietarios.
«La mayoría de la buena venta la tenemos los fines de semana. Estábamos esperando medidas y a la espera tras estar parados un mes y medio. Desde el inicio pensé que los comercios deberían haberse manejado todos de la misma manera, en los pueblos chicos. Nosotros no manejamos colas grandes de gente», señaló a este medio Enrique Lanza, propietario de una florería de la ciudad y agregó: «Al Municipio se lo planteamos al inicio a este tema. La mayoría pide el sábado a la tarde porque es fuerte en ventas, y que sea como de lunes a viernes. No pedimos nada raro. También pedí trabajar el sábado con deliverys, pero por el momento no tuve respuestas».
Y agregó con vos grave: «Nuestra actividad perdió ventas. No hay velorios, no hay fiestas no hay reuniones familiares, no hay cumpleaños. Por eso necesitamos que nos escuchen y nos tengan en cuenta».