UNA BOMBA DE AMOR – Cómo ser papás en tiempos de coronavirus

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Cómo ser mamá en tiempos de pandemia? Cómo recibir semejante regalo en momentos de angustia e incertidumbre? Cómo encender una llama de esperanza en medio de tanto miedo y tanta dolor?

Lïa Chiappero nació el 14 de abril a las 11 y 10 de la mañana en Maternidad Oroño de la ciudad de Rosario. Pesó 3 kgs y 60 gramos y creó una burbuja de amor y aliento en tiempos duros y difíciles.

Su mamá, la primeriza Lucía Scotta, una joven psicóloga de nacida en El Trébol hace 25 años, hija de Daniel Scotta y Yaqui Arce, se hizo gigante en la sala de partos, porque sabía que en medio del lío de afuera, la Lía de adentro iba a iluminar su futuro.

«Cuando empezó la cuarentena, sólo pensamos en refugiarnos en el departamento. La duda era quedarnos en El Trébol o ir a Rosario. Nosotros vivimos en Rosario, pero en un momento pensamos en El Trébol por la familia, pero había que cambiar de obstetra. Finalmente decidimos volvernos a Rosario porque priorizamos estar los tres juntos en familia solos y no exponerla ni tenerla en contacto con la gente», cuanta «Lula», que es psicóloga desde el 4 de julio de 2019 y está en pareja con Dimas Chiappero.

Dimas ejerce como profesor de educación física en el Jockey de Rosario, mientras que Lucía es psicóloga en una ONG llamada «El desafío» que trabaja con adolescentes de sectores vulnerables buscando generar cambios a gran escala tratando de desarrollar las habilidades blandas y latentes que tienen los chicos.

«Desde el 10 marzo entramos en cuarentena y no salimos más», recuerda «Lula» en diálogo con El Trébol Digital y agrega:  «Hubo momentos en los que nos poníamos a llorar los dos juntos porque sabíamos que la familia no podía venir a vernos. Pero todo pasaba al saber que ella venía y lo malo se transformó en algo hermoso. Estamos felices».

Sobre el parto, Lula recordó:  «En las contracciones, me fui a la guardia y nos mandaron de vuelta y me dijeron que nacía el 14 de abril. Fue el 13 a la noche y me dijeron que esté atenta que podía romper bolsa. Llegamos a casa, nos acostamos y efectivamente rompí bolsa, así que nos fuimos al sanatorio llorando de emoción. Fue un parto natural. La fecha probable era el 23 de abril, nació de 39 semanas y 4 días, salió todo perfecto. Me dí cuenta que nacía el 14 por las contracciones más regulares. Estaba rara, con sueño. El papá estaba ansioso. La esperábamos en la semana 37».

En un país inmerso en la pandemia del mundo, entre cuarentenas, infectados y la gente que clama por trabajo, un día llegó Lia.  «La crisis mundial para nosotros desapareció cuando llegó Lía. Dimas estuvo a mi lado, sufrió conmigo porque el trabajo de parto fue doloroso. Pero fue el dolor mas hermoso del mundo. Se hizo esperar 10 horas».

Lía vio la luz y enseguida irradió una bocanada de aire fresco y esperanzador. Como esa noticia que uno espera y espera y un día se hace realidad. Como esa brisa fresca que alivia tras el calor abrazador de un verano impiadoso.  «Al nacer me la tiraron arriba y fue inexplicable. Es lo más maravilloso del mundo. Después empezó a llorar. Se porta bien, es una santa, hizo todo bien, se encajó bien, al nacer se prendió a la teta y ahora come y duerme».

A los que están lejos

«Yo sé que mi mamá y mi papá están felices, como también la familia de Dimas. Es triste que no puedan ver a su nieta en vivo y tener que aceptar que todo es por video llamada. pero la felicidad es grande porque salió todo perfecto y ellos saben que nosotros estamos bien. Más allá de que no pudieron estar, los siento a todos tan cerca! Apenas nació pudieron verla por video llamada y eso a lo mejor fue mejor porque sino hubieran tenido que esperar hasta hoy para verla. Recibo miles de mensajes de todo el mundo que aún no puedo contestar. El afecto es enorme».

Y así llegó Lía. En medio del revuelo de un país golpeado y de una crisis que siempre parece infinita. Llegó con un mensaje. De que vamos a salir de esto, de que mañana lo vamos a poder contar.

Y vaya historia que Dimas y Lula tienen para sus futuros nietos. La historia que dice y afirma, que esto también pasará.

«Cada niño nos trae el mensaje de que Dios no ha perdido aún la esperanza en los hombres» 
R. Tagore

Por Francisco Díaz de Azevedo

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