Tiempo atrás comenzó a contarse una historia que cumplía los sueños de muchas personas y que les daba a otras, un lugar para ser feliz, tener comodidades, atención y cariño.
Cuando uno mira lo hecho, el camino recorrido y logra divisar los logros, siente orgullo. Y eso pasa cuando se gira y se mira hacia el Hogar “Arco Iris”. Un espacio que más allá de su estructura modelo, logró ser un hogar, una amplia casa con personas conviviendo que van construyendo lazos como cualquier familia de la ciudad.
A lo lejos se ven las gestiones, los esfuerzos compartidos, los expedientes presentados. Los ladrillos que se fueron convirtiendose en paredes, las paredes en habitaciones y esas habitaciones en un hermoso hogar, con camas, sillones, mesas y televisores, con en la casa tuya, o mía o del vecino.
Luego de la inauguración estructural, llegó otro desafío, el de abrir sus puertas, y ello significó obtener las habilitaciones con sus requisitos específicos, y allí hubo una nueva batalla ganada, que tuvo su recompensa y que puso al lugar como uno de los mejores de la provincia.
Es importante recordar, a veces, los pasos previos que dieron los orígenes, para mostrar el esfuerzo, el trabajo y el compromiso del Gobierno Municipal que supo escuchar una demanda para un sector vulnerable de la comunidad, que no tenía voz y que hoy, con la alegría de un jilguero, canta la melodía más bella, que es ni más ni menos, que el sonido de la risa.
El “Arco Iris” tomó un lugar de preponderancia en El Trébol. No solo por la atención y calidez que brindan los profesionales y el personal de servicio, quienes tienen algo más que la obligación o responsabilidad del trabajo. Sino también por la participación dentro de la comunidad marcando valores tácitamente importantísimos.
Las fiestas en la institución -siempre con alegría- las visitas a los distintos espacios como el Jardín Maternal “Hojitas de Trébol”, el “Bichitos Verdes” de El Expreso o el “Manitos Traviesas de Trebolense”, entre otros, compartiendo con los niños que apenas están dando sus primeros pasos en la vida. Enseñando la responsabilidad de querer y cuidar a los adultos, adultos mayores y personas con discapacidad.
La interacción con el Taller Protegido o con la Escuela “Emilia Bertolé”, las escuelas que van transitando los pasillos, las salidas a tomar un helado o a disfrutar de la Plaza San Martín. Las pasantías que van formando profesionales. Los cumpleaños de los residentes, las visitas de familias y la transformación de una mueca de tristeza en una sonrisa latente.
Eso es el “Arco Iris” y su nombre es el símbolo de lo que sucede ahí adentro y también lo que se ve afuera cada vez que salen a la comunidad y muestran que todos tenemos los mismos derechos a una vida digna y amena; a ser queridos y respetados. A pasar nuestros días rodeados de amor. La dignidad de ser queridos. Gracias querido “Arco Iris”.