Renuncian los jefes del Banco del Vaticano por un escándalo de corrupción – Fue tras el arresto por fraude y lavado de dinero de un alto prelado. La causa se destrabó con la llegada de Francisco. Ha sido fulminante, pero no una sorpresa. Tres días después del arresto por fraude y corrupción del Administrador de Patrimonio de la Santa Sede, monseñor Nunzio Scarano, la cumbre operativa del IOR (Instituto para las Obras de Religión), fue decapitada con la renuncia de Paolo Cipriani, director general del llamado «Banco del Papa», y su vice Massimo Tulli. Los dos debían irse lo antes posible después de que en la prensa se publicaron interceptaciones de las actividades «non sanctas» de Scarano en la que refería con una fatal familiaridad con Cipriani y Tulli.
No se sabe si monseñor Scarano alardeaba, pero lo cierto es que, aunque decían todos lo contrario, los capos máximos del IOR no veían lo que combinaban Scarone y otros personajes que están saliendo a la luz pública a raíz de las investigaciones de la Guardia de Finanzas, la policía tributaria, y los fiscales de la justicia de Roma.
La decisión del Papa argentino de limpiar de una buena vez al escandaloso IOR, con una historia manchada por grandes casos de corrupción, reciclaje de dinero y hasta actividades criminales mafiosas, llevó al nombramiento por parte de Francisco hace dos semanas de un nuevo prelado en el banco, monseñor Battista Ricca, de 57 años, amigo de Bergoglio, encargado de controlar todos los movimientos bancarios y de funcionarios, en nombre de Su Santidad.
Francisco nombró después una Comisión Referente de cinco miembros, presidida por el cardenal Raffaele Farina, para seguir todas las operaciones y controlar cualquier movimiento sospechoso de bienes y personajes. De hecho la Comisión Referente representa la intervención no oficial del IOR.
El arresto de monseñor Scarano selló de hecho la alianza entre el Papa argentino y la justicia italiana. Por primera vez desde las cumbres de la Santa Sede nadie frenó, como ocurría antes, la acción investigadora de las autoridades italianas.
La reforma del banco ya esta en marcha y a todo vapor. La comisión de cardenales y el consejo de supervisión del IOR aceptaron sin chistar las renuncias de Cipriani y Tulli. El presidente del banco, el aristócrata alemán Ernest von Freyberg, fue nombrado con significativo apuro el 15 de febrero, después de que Benedicto XVI anunciara su renuncia, sin esperar la llegada del nuevo Papa. Von Freyber vive en Alemania y viaja a Roma dos veces por mes. Preside unos famosos y tradicionales astilleros en Hamburgo que producen entre otros barcos grandes naves militares Von Freyberg mostró en varias entrevistas cómo la transparencia reinaba en el IOR, mientras continuaban en realidad las maniobras fraudulentas. Incluso, el director Cipriani juntó a un buen número de periodistas para que visitaran la sede del banco, en el torreón de Niccoló V, y les aseguró que desde 2010 no había ningún movimiento bancario que no estuviera controlado en las 19 mil cuentas corrientes, donde yacen depósitos por 7.000 millones de euros.
El IOR maneja el dinero de las donaciones al Papa, de las grandes órdenes, de los «ministerios» de la Curia Romana, de cardenales, obispos, sacerdotes y religiosas, además de diplomáticos acreditados ante la Santa Sede. El caso Scarano demostró lo contrario de lo que afirmaban las autoridades del IOR.
Monseñor Scarano medió, con la complicidad de un espía de los servicios secretos y de un «brocker» financiero, para hacer traer en un jet privado desde Suiza veinte millones de euros de la familia de armadores de barcos de Salerno, que lideran Paolo y Cesare D’Amico. La operación falló y fue detectada por los investigadores.
Scarone protagonizó otras maniobras fraudulentas. En una ocasión movió decenas de cheques circulares con empresarios de Salerno, su ciudad, reciclando dinero que iba y venia de sus cuentas en el IOR, donde al parecer proyectaba esconder de la curiosidad del fisco italiano los veinte millones de los hermanos D’Amico.
Ayer los fiscales de Roma interrogaron durante tres horas a Scarano, quien negó haber actuado por interés personal, dio amplias explicaciones y pidió pasar al arresto domiliciario. Si la respuesta es favorable, hoy saldría de la vieja cárcel romana de «Regina Coeli», que fue prisión pontificia cuando el Papa tenía el poder temporal, una verdadera ironía del destino. En el IOR, el presidente Freyberg trató de emparchar los vacíos dejados por Cipirani y Tulli, que renunciaron «en el mejor interés del instituto y la Santa Sede», nombrando a dos técnicos bancarios italianos, Rolando Marranci y Antonio Montaresi para que lo ayuden en la tarea de ejercitar provisoriamente el cargo de director general.
Fuente: Clarin.com