Historias de hermanos jugando básquetbol hay miles. Pero de hermanos de 2.10 de altura, pocas. Poquísimas. En el mundo entero. Los Gasol han sido los que más lejos han llegado y, seguramente, un espejo donde otros se han mirado.
Esta semana, el debut de Agustín Cáffaro (2.10, 22 años) con la selección argentina mayor disparó una ilusión que, desde hace unos 3 años, generaba básicamente su hermano Francisco (2.14, 18 años), la gran esperanza de tener al fin un pivote de ese tamaño con proyección internacional.
Agustín mostró lo que venía desarrollando en la Liga Nacional, sobre todo desde este año en Libertad, ya que antes no consiguió regularidad y cambió de equipos sin tener grandes oportunidades en la A, principalmente en las dos temporadas pasadas en Boca. Tiene altura, físico, movilidad, buenos movimientos y temperamento. No es poco tratándose de un hombre alto.
Francisco, que lamentablemente este año se perderá toda la temporada por una lesión, viene formándose en la NBA Academy de Australia, y fichó en el 2018 para la Universidad de Virginia en la NCAA, donde debutará formalmente en la 2019/20. Es más pivote que Agustín (que tiene características quizá más de cuatro), pero algunas condiciones similares desde el lado físico y de la personalidad. «Fran» fue formado íntegramente en el Club A. Trebolense, de El Trébol.
Ambos tuvieron participaciones en selecciones argentinas menores (Agustín solo el Mundial U17 del 2012), destacándose Francisco con presencia recurrente entre 2015 y 2018.
La historia familiar, sin embargo, no termina aquí. La familia Cáffaro, de Piamonte, Santa Fe, tiene un tercer hijo basquetbolista: Esteban. El más pequeño de la zaga tiene 15 años (abril de 2003), mide 2.01 y juega de alero. Ya debutó con la selección argentina en el Sudamericano U15 del año pasado y también muestra condiciones: buen tiro externo, mejora en forma constante su manejo de balón, es prolijo e inteligente para la media de los chicos de su edad. Todavía actúa en el Club A. Trebolense.
Los 3 tienen todavía sus carreras casi enteras por delante. De alguna manera, cada uno de ellos sirve de motivación a los otros dos. Quieren llegar a ser alguien en este mundo del básquet y la naturaleza les dio una de las ventajas más importantes para este deporte, como es la altura. Resulta inevitable ilusionarse, pero también imprescindible no ponerles mucha presión en una etapa en la que están en pleno crecimiento.
Fuente: Basquetbol Plus – Edición: El Trébol Digital – Foto: face familiar.