Se viene una nueva generación de herbicidas para proteger a la soja

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– Dow Chemical presentó en EE.UU. otras opciones al glifosato Las principales compañías multinacionales se disputan un negocio global de US$ 110.000 millones anuales. Como «la larga siesta del glifosato». Así define Jorge Parizzia, titular de Casafe (la Cámara Argentina de Sanidad Vegetal y Fertilizantes), al periodo que inició la agricultura desde que en 1996 llegó al país la primera soja modificada genéticamente, justamente para resistir las aplicaciones de ese herbicida.

La caracterización responde a la simpleza del modelo agrícola que instauró aquella innovación: un único agroquímico servía para controlar todas las malezas que competían con el cultivo, que creció sin pausa desde entonces. Aunque ahora tanto Parizzia, que proviene de Dow AgroSciences, como muchos otros expertos creen que va llegando el momento de despabilarse.

Como con los antibióticos o los insecticidas, es la naturaleza la que está indicando el fin de una siesta de casi veinte años. Por la reiteración de la fórmula, muchas de las plantas que antes morían tras una sencilla aplicación de glifosato han ido adquiriendo resistencia al herbicida. Ya no es la soja RR la única que aguanta: ahora hay mucho «yuyo» verdadero que se ríe del producto. En los campos de la mayor parte de EE.UU. hay presencia de alguna de las 25 especies de malezas resistentes detectadas. Y en la Argentina (donde el panorama se agrava por la consolidación del monocultivo sojero) ya hay una decena de variedades. La amenaza es grande: si las malezas se propagan puede caer fuerte la producción de soja, el principal soporte de la economía.

Hay que despertarse, dicen los especialistas. En lenguaje de los agrónomos, esto equivale a buscar opciones para hacer frente al problema. Dow AgroSciences invitó a un grupo de periodistas a su sede central de Indianápolis para mostrar una de las alternativas que vienen en camino y llegarían a la Argentina en la campaña 2016/17.

«Hoy no existe opción a Monsanto (la compañía estadounidense que lanzó la soja resistente al glifosato).

Esta va a ser la primera opción real «, sentenció el argentino Rolando Meninato, que desde hace un tiempo dirige el negocio global de semillas de la subsidiaria agrícola de Dow Chemical.

Desarrollar un nuevo agroquímico puede llegar a demorar unos 10 años y demanda una inversión cercana a los US$ 250 millones. Meninato piensa que las grandes multinacionales del sector agrícola también durmieron la siesta y se relajaron frente al fenómeno del glifosato.

Y que ahora corren de atrás el problema. Por su origen netamente químico, Dow parece haber estado un poco más atenta y analiza las malezas resistentes desde 2000. Su nuevo sistema para controlarlas se llama «Enlist» , que significa algo así como el «siempre listos» de los Boy Scout.

El «Enlist» es un sistema complejo. Por un lado se ofrecerán nuevas semillas transgénicas con varios «eventos apilados». Esto quiere decir que las sojas y maíces tendrán resistencia no sólo al herbicida glifosato sino además al glufosinato y al 2,4D, además de genes Bt de resistencia a insectos. El 2,4D es un agroquímico utilizado desde hace 65 años en más de 70 países y múltiples cultivos. A la par se ofrecerán diversas formulaciones con esa sustancia y con el debilitado glifosato. Y una serie de instrucciones para que los productores logren tener un eficiente control de las malezas, sin impactar en el medio ambiente.

La fórmula de recurrir a la vieja química para defender los cultivos de malezas renovadas no es privativa de Dow, pues en la propia Monsanto ya están «apilando» genes para sumar resistencias al Dicamba, otro de sus herbicidas. De todos modos, la empresa de Indianápolis espera crecer fuerte en los próximos años y ubicarse entre los tres principales proveedores globales del agro, junto a Monsanto y Pioneer (Dupont).

Hoy el negocio de agroquímicos y semillas ronda los 110.000 millones de dólares anuales. También tallan las europeas Syngenta, Bayer y Basf.

«La madre naturaleza siempre gana, pero nosotros le ofrecemos al productor la posibilidad de seguir cultivando sus campos», sentencia con placidez Rajan Gajaría, un hindú que define los grandes lineamientos estratégicos en Dow. En los laboratorios de Indianápolis, muy lejos de los campos argentinos, nadie parece demasiado alarmado por la aparición de un nuevo desafío. Eso sí, se despertaron de la siesta.

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