Hillary llamó a Cristina y le dijo que lamentaba el escándalo – En los cables secretos, Clinton se había interesado por la salud mental de la Presidenta. El Gobierno sigue sin hablar del tema. Como cantaba Luca Prodan en los ochenta: mejor no hablar de ciertas cosas. Siguió siendo ayer la máxima del Gobierno, casi hermético en comentarios respecto al escándalo por la filtración de los cables diplomáticos norteamericanos en Wikileaks. A punto tal que debieron ser voceros del gobierno de los Estados Unidos los que revelaran ayer que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, llamó a la presidenta Cristina Kirchner para «lamentar» que hubieran salido a luz esos papeles secretos y expresarle la «amistad» de su país hacia la Argentina.
El llamado se produjo hacia las dos de la tarde y la conversación –traductores mediante– duró unos veinte minutos.
La Casa Rosada, que se hubiera apresurado como ocurrió en ocasiones anteriores para dar la buena nueva de tan importante llamado, dejó correr esta vez aunque habilitó a la agencia oficial Telam a consignar la noticia, en base a las fuentes norteamericanas.
Recién a las nueve de la noche el subsecretario de Medios Alfredo Scoccimarro confirmó el diálogo . Pero el Gobierno no quiso brindar detalles.
El contenido de la conversación se conoció en Washington a través del portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley, quien reveló que Clinton «hizo breves llamadas al presidente (Asif Ali) Zardari de Pakistán y a la presidente Fernández de Kirchner de Argentina», para «lamentar ante ambos mandatarios la divulgación de los documentos clasificados», indicó la agencia AFP . El funcionario resaltó que en la llamada a Kirchner, Clinton expresó «la importancia de la amistad» de Argentina con Estados Unidos y ambas manifestaron su voluntad de seguir trabajando en conjunto.
La mención a Pakistán y la Argentina fue interpretada como significativa, ya que Pakistán es un importante aliado de EE.UU. y también aparecieron documentos que dañan esa relación.
Poco antes de la comunicación de Clinton, la vocera de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, Shannon Farrell, admitió que «ahora que se han publicado entiendo que mucha gente está incómoda por lo que está escrito en los informes y les puedo asegurar que también nosotros estamos incómodos». Al mismo tiempo, reivindicó la tarea de los diplomáticos estadounidenses: «No somos espías. No hacemos espionaje. Recabamos información. El hecho de que lo hagamos en privado no implica que seamos espías», dijo.
El llamado de Clinton se sumó a otro que había efectuado el miércoles el subsecretario adjunto para Asuntos Políticos del Departamento de Estado, William Burns, al canciller argentino Héctor Timerman.
Pero, pese a estos esfuerzos diplomáticos por minimizar los daños, a la Cancillería argentina no le escapa que, tal como Clarín publicó el miércoles, el Departamento de Estado no le avisó a la Argentina, como sí hizo con otros países, que los cables secretos iban a estallar en la prensa mundial. Cristina y su canciller debieron enterarse el lunes, en los diarios.
En esos documentos filtrados por WikiLeaks que comenzaron a ser divulgados desde el fin de semana, el Departamento de Estado pidió a la embajada en Buenos Aires verificar el «estado mental y salud» de Cristina.
Cables fechados en diciembre de 2009 son muy críticos al señalar que el gobierno argentino se mantenía «indiferente a las políticas antilavado (de dinero)» y que «los Kirchner y su círculo tienen mucho para ganar si continúan manteniéndose laxos».
Muchos se preguntan hasta dónde escalará el escándalo y las revelaciones, si se tiene en cuenta que s ólo fueron difundidos una veintena de cable s cuando hay más de dos mil referidos a la Argentina. Aunque la reacción general ha sido hasta el momento de indignación, y al mismo tiempo de restarle trascendencia, también están por verse sus consecuencias en la política doméstica.
Con Maradona, en Lomas de Zamora
La presidenta Cristina Kirchner inauguró ayer un unidad médica en a la localidad bonaerense de Lomas de Zamora. En el acto estaba Diego Maradona, vecino de ese distrito ya que nació en Villa Fiorito. Cristina y él se saludaron con afecto y cercanía. Llovía. La mandataria usó ese acontecimiento meteorológico para recordar a su esposo Néstor: «La lluvia es muy buen símbolo, el día que me casé con Néstor hace 35 años diluviaba. Fui muy feliz junto a él». La Presidenta hizo girar su discurso alrededor de la figura del ex presidente: «Se merecía el amor que la gente le dio», dijo, y aprovechó para deslizar críticas a los medios: «Cada vez que alguien decía desde un diario o un despacho recóndito que no se podía, él redoblaba el esfuerzo y la voluntad para llegar al objetivo y así transformamos y vamos a seguir transformando a la Argentina».