Es una de las personas más respetadas del campamento.

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Miguel, el encargado de diseñar las “campanas” para sacar a los mineros – Diseña las dos jaulas que se usarán en el rescate. El campamento Esperanza se encuentra encaramado en las montañas del desierto de Atacama, alejado de los pueblos de la región y con una ruta de acceso serpenteante y resbaladiza donde ayer volcó el auto de tres periodistas españoles . En la puerta esperan dos puestos de carabineros nada amigables. Pero inexplicablemente, en estos 27 días de espera se ha ido poblando de una fauna variopinta .

Entre el ruido, aparece Miguel Fortt . Ingeniero en minas, de 65 años, con las manos curtidas y mirada tranquila. Llegó el día después del derrumbe y cuando la empresa San Esteban, dueña de la mina, intentaba usar los ductos de ventilación para el rescate, fue el primero que dijo que la única opción viable era usar sondas .

Miguel es atacameño y aún hoy vive en Caldera, un pueblo cercano. En la zona lo conocían y logró calmar la tensión del comienzo entre los familiares y las autoridades. Cada vez que se entregaba información sobre el avance del rescate, él se tomaba un tiempo para responder las dudas de todos los que lo buscaban. A todos les cayó bien su sencillez y cordialidad. Frente a ellos había un experto mundial en labores de sondaje que acumula más de un millón de kilómetros perforados en países de los cinco continentes. Miguel hace 43 años que participa de rescates y hasta lo han llamado de Australia para asesorar en el salvamento de 17 mineros atrapados a 500 metros de profundidad.

Ahora se dedica a coordinar los esfuerzos entre Asmar, los astilleros de la armada Chilena, y Codelco, la minera estatal, en el diseño de las dos campanas que se están fabricando para usar en el rescate final .

«Cuando las terminemos, comenzaremos con las pruebas. Queremos saber cuánto demoraríamos en bajarlas y subirlas, y analizar cuantos dispositivos necesitaremos», dice.

El rescate deberá seguir una lógica debidamente estudiada. «Primero van a bajar los rescatistas y ellos se ocuparán de ir sacando a los mineros uno a uno dentro de la campana. Los ayudarán a meterse y afianzarse, les pondrán los protectores, le abrirán la iluminación, la comunicación y le enseñarán a usar los dispositivos de oxígeno por si los necesitan. De acuerdo a las fichas médicas que se tienen, los sacarán siguiendo una lista con un orden de urgencias, de acuerdo al estado de salud «, informa Miguel. De fondo, el bullicio del campamento.

Los hermanos Peña, más conocidos como los payasos «Perlita» y «Corchito» , entretienen con globos y muecas a los chicos de las familias de los mineros atrapados 700 metros bajo sus pies. Otros niños hacen sonar unos silbatos. Se los regalaron dos monjas calmas , que recorren las carpas repartiendo rosarios. En la puja religiosa, un pastor evangelista ofrece discursos sobre un escenario y otro mormón da una entrevista a un periodista.

Sin embargo, el de ayer fue el último día de alegría en el campamento Esperanza . Al menos, hasta que llegue el ansiado día del rescate. «No perdamos el foco», pidió ayer la intendenta Ximena Matas. «Agradecemos las demostraciones de cariño para las familias y los mineros, pero esto es un operativo de rescate . A partir de mañana (por hoy) vamos a restringir el ingreso de quienes no sean familiares cercanos, debidamente identificados, periodistas o rescatistas», sostuvo. Para hacerse escuchar tuvo que forzar su voz por sobre un grupo que tocaba cuecas, el baile nacional. Tocaron 33, una por cada minero atrapado.

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