Lamentable – Los delincuentes de la ciudad no perdonan ni a los niños.
Lo más lamentable y patético que podía pasar también sucedió. Los «amigos de lo ajeno», esos que entran y salen de las comisarías como si fuera su casa, esos que son impunes ante la sociedad y parecen ser intocables para la justicia, no perdonan nada.
Ahora tampoco a los niños del Jardín Dulce de Leche. En mañana del jueves, al llegar las docentes y los niños al lugar, se percataron que las tres gallinas habían sido robadas en horas de la noche o la madrugada.
«Es indignante, no perdonan más a nadie», le dijeron las maestras a este medio mientras una nena de 5 años lloraba desconsolada porque se habían llevado la gallinita que ella mismo había donado.
El resto fue indescriptible. Los chicos del jardín conocieron de cerca y a corta edad eso que se llama delincuencia e injusticia.
La vuelta a casa del jueves no iba a ser la misma. En vez del «Papá, la gallinita puso un huevo!» que pasó el martes, ahora iba a ser «Mamá, se robaron las gallinitas!»
Hasta cuando? Hasta cuando la impunidad? Hasta cuando el «entró pero salió»? Hasta cuando el «tenía antecedentes» pero está en la calle.
Claro! No van a «guardar a nadie» por un robo de una gallina, pero nadie tiene en cuenta el daño a un almita de 5 años que comienza a darse cuenta a temprana edad, que en la vida «también hay malos».
Almas piadosas
A través de una movida de FM 90.5, en pocos minutos, parte del daño quedó reparado. Decenas de llamados a la radio ofrecieron nuevas gallinas y una ciudadana como Anahí Battistón donó rápidamente las primeras tres para reemplazar a las que desaparecieron.
Un gesto de buena gente, como los que se ofrecieron mejorar la granja, donar más animales y hasta colocar gratis una alarma. Más allá de que el o los ladrones esta noche cenen un buen guiso, a pesar de que en la almohada, tras la comida, quizás le pese en su conciencia semejante acto.