Adiós Gitano – El Gitano dejó de existir a las 20:40 hs. del lunes 4 de enero. Su cuerpo no resistió una sucesión de operaciones tras el doble trasplante de corazón y pulmones que se le realizó en Mendoza el 20 de noviembre pasado. Con carisma, ritmo y sensualidad, el Gitano se había convertido en una figura central del espectáculo argentino. Tenía 64 años.
Tras años de sufrir un enfisema pulmonar crónico, el cuerpo del ídolo no soportó el doble trasplante de corazón y pulmón que se le realizó en Mendoza. Se vio complicado por una infección que requirió de varias operaciones sucesivas: su cuerpo no resistió. A los 64 años murió una de las figuras centrales de la música popular argentina que supo conquistar con sensualidad y carisma a las mujeres de todo el continente.
Así, con 64 años, parte una de las figuras centrales del mundo del espectáculo argentino. Popular, sensual, carismático, romántico, misterioso, se ganó el corazón de las «nenas» de toda América, que lo siguieron desde sus comienzos en la música a comienzos de los sesenta.
Roberto Sánchez, el único hijo de Vicente Sánchez e Irma Nydia Ocampo, nació en la Maternidad Sardá el 19 de agosto de 1945 y se crió en Valentín Alsina. Editó 52 discos, vendió 8 millones de copias, compuso éxitos eternos como «Dame fuego», «Rosa, Rosa», «Quiero llenarme de ti», «Penumbras», «Ese es mi amigo el puma», «Tengo», «Trigal», «Una muchacha y una guitarra» entre otros tantos, realizó 16 películas, cantó en el Madison Square Garden, ganó el Grammy Latino a la Trayectoria (2005).
Su primera actuación le cambió la vida. Fue en un acto por el Día de la Independencia el 9 de julio de 1957 cuando por pedido de su maestra realizó su conocida imitación de Elvis Presley, por quien sentía una fuerte atracción. Un año después dejaría la escuela para ayudar a sus padres. Fue así que trabajó de repartidor en una carnicería, de changarín y como tornero.
Su comienzo con la música fue junto a su amigo Enrique Irigoytía con quién formó el dúo Los Caribes. «Yo me nutrí con el rock. Gracias al rock dejé las calles, las navajas y las cadenas, y agarré una guitarra. Dejé la campera de cuero y las pandillas. El rock me salvó. Me salvó de que fuera quizás un delincuente», diría el propio Gitano sobre sus comienzos años más tarde
La explosión se dio en los sesenta, cuando adoptó el nombre artístico que lo acompañó hasta el final de sus días, el mismo que sus padres habían querido ponerle pero no los dejaron: Sandro. «Comiendo rosquitas calientes en el Puente Alsina» fue el primer simple que grabó como Sandro junto a su primera banda, Los Caniches de Oklahoma, que luego se convertirían en Los de Fuego y hacían versiones en español de temas de los Beatles, Elvis y los Rolling Stones entre otros.
Su participación en los «Sábados circulares» de Pipo Mancera terminaron de impulsar su popularidad. Junto con otros amigos rockeros, alquilaron el mítico local «La Cueva», donde hacían sus presentaciones.
Con el tiempo Sandro fue cambiando su estilo adoptando un perfil más popular de baladas románticas y boleros que revolucionó la época. Las mujeres siempre murieron por su desenfreno. Con el tiempo sus discos comenzaron a venderse por toda América y en los Estados Unidos. A partir de entonces llenar estadios, romper récords, visitas masivas para su cumpleaños y todo tipo de cuestiones sorprendentes fueron parte de su carrera.
Fue en 1998 cuando se descubrió la enfermedad que sufría a causa del cigarrillo y lo alejó de los escenarios de forma temporal. Once años después, esa enfermedad acabó con su vida. No con su mito, que vivirá por siempre.