Alemania y Francia castigan a Grecia y le bloquean fondos – La medida se debe a que Atenas llamó a un referendum para decidir si acepta más ajuste y sigue en la eurozona. París y Berlín lo cuestionan. En una ciudad blindada y fantasmal, de la que sus habitantes han huido ante las tremendas medidas de seguridad, el G–20 se ha transformado en una cumbre de la crisis europea a causa del inesperado referendum griego sobre la ayuda de Bruselas y su plan de ajuste. La credibilidad de la gobernabilidad de la Unión Europea (UE) y el futuro del euro son los enormes interrogantes que la crisis griega ha generado.
Tras una reunión de emergencia, el presidente francés Nicolás Sarkozy y la canciller alemana, Angela Merkel, más el FMI y las autoridades europeas, bloquearon ayer la entrega de los 8.000 millones de euros esperados por los griegos –el sexto tramo de su paquete de ayuda– hasta que Grecia no realice su referendum y y determine si acepta el paquete de rescate europeo y si seguirá o no perteneciendo a la eurozona.
En una dramática conferencia de prensa conjunta casi a medianoche después de su encuentro con el premier griego Gyorgos Papandreu, Sarkozy y Merkel informaron que no girarán el dinero «hasta que la incertidumbre del referendum sea levantada».
«Queremos continuar con Grecia. Pero hay reglas que deben ser respetadas», dijo Sarkozy, que coincidió con Merkel en que es fundamental defender la estabilidad del euro. Papandreu informó a ambos que el referendum podría producirse «el 4 ó 5 de diciembre» aproximadamente. Merkel y Sarkozy exigieron que los griegos definan su deseo de pertenecer o no a la moneda única.
Anoche, como una respuesta a las presiones de Berlín y París, el premier griego precisó que la consulta popular preguntará si la población acepta el rescate y también si desea continuar con el euro ( Ver Idas y vueltas…..
).
Una minicumbre de la eurozona se desarrollará hoy, paralela al G–20, el cual reunirá a los países más industrializados con una decena de naciones emergentes. En la minicumbre participarán Francia, Alemania, España, Italia, más el FMI, las instituciones europeas y el Banco Europeo, según lo anunció el Palacio del Eliseo. La razón es crucial: los chinos se niegan a contribuir a los fondos de ayuda ante la incertidumbre que genera el referendum. En el G–20 también se discutirá el aumento de fondos del FMI para calmar la crisis del euro.
La línea dura francesa frente a Grecia fue acompañada por Merkel en este caso, después de que el referendum griego pusiera a Sarkozy y a su reputación internacional en extrema debilidad, especialmente frente a China y Estados Unidos, que pensaban que la crisis del euro había sido resuelta. La decisión de Papandreu de no informar a sus pares europeos de la convocatoria los ridiculiza frente a sus aliados, cuando buscaban mostrar un frente unido para salir de esta interminable crisis.
Según fuentes europeas, Grecia no entraría en cesación de pagos hasta mediados de diciembre si esta ayuda –que serviría para pagar salarios y otros gastos– no se libera. Pero la angustia de los europeos es si habrá o no una renuncia de Papandreu y elecciones anticipadas en Grecia como consecuencia de este marasmo.
Mas allá de la odisea griega, el drama que deben enfrentar los europeos es si el euro sobreviviría esta dura prueba y cuál es el futuro de la moneda única en los meses que vienen.
En una catarata de cumbres iniciada tras la llegada de Sarkozy a Cannes, el presidente francés se reunió ayer con Merkel y la directora del FMI, Christine Lagarde, y todos «convocaron» luego a Papandreu a dar explicaciones. Una comida entre Sarkozy y su colega chino Hu Jintao, que será el mimado del G–20 y quien busca que la cumbre «emita una clara señal de solidaridad», fue el final de una agenda completamente alterada por el referendum.
El referendum griego y la legitimidad de la consulta puso en evidencia otro gran tema europeo: la pérdida de soberanía de los países y la aplicación de salvajes planes de austeridad decididos sin el consentimiento de las sociedades que deben sufrirlo. Esa «invasión» sobre la soberanía ciudadana genera en las sociedades una nueva ola de euroescepticismo y el permanente modelo de ajuste el temor a un desorden social, como fue advertido ayer por la OIT. Hasta ahora, eran los tecnócratas las que tomaban las decisiones dolorosas. Para los líderes europeos, llegó la hora de la política y de encontrar una respuesta a una crisis cuya resolución dilatan por razones domésticas y electorales.