En medio de una severa crisis económica, alto desempleo y una inédita ola de protestas sociales, el PSOE perdió por 10 puntos ante los conservadores del PP.

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España mostró su bronca y castigó a Zapatero en las urnas – El líder socialista dijo que no renunciará. Los españoles aplicaron un durísimo castigo al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en las elecciones municipales y autonómicas celebradas ayer. En medio de una severa crisis económica y un récord de casi cinco millones de desempleados, que hicieron surgir una ola de protesta ciudadana inédita en el país, el oficialismo perdió más de dos millones de votos y 5.000 concejales en relación con las pasadas elecciones de 2007.

El movimiento espontáneo de protesta de los «indignados» que, además de pedir cambios sociales y económicos, cuestiona el bipartidismo que bloquea una participación más amplia de los ciudadanos en la democracia, gana cada vez más terreno. Según datos revelados anoche, el voto blanco y nulo creció un punto el relación a las elecciones pasadas (alcanzó un 4.3%), pero los analistas aún no se lo atribuían directamente a este movimiento de protesta.

En las municipales, el conservador Partido Popular (PP) ha ganado con una diferencia contundente de 10% ( 37,54% a 27,81%) y ese éxito se ha repetido en las autonomías. Los socialistas pierden la alcaldía de Barcelona, donde gobernaban hace 32 años. En Andalucía, su gran fortín político, el descalabro municipal anuncia que perderán la región cuando se realicen elecciones.

Han perdido las ocho capitales andaluzas y, sobre todo, en Sevilla.

Este panorama se repitió en 13 de las regiones autónomas donde se votaba (no hubo comicios en Andalucía, País Vasco, Galicia y Cataluña). Lo más significativo es el triunfo en Castilla-La Mancha, gobernada por los socialistas hace 32 años, de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal.

Los populares han vuelto a ganar la mayoría absoluta en Madrid, Murcia, Valencia y Castilla León.

La gran sorpresa fueron los más de 300.000 votos que cosechó en el País Vasco y Navarra la coalición nacionalista independentista Bildu, que ganó los comicios en Guipuzcoa y en San Sebastián, gobernado por los socialistas. Bildu se sitúa como primera fuerza municipal en número de concejales del País Vasco, con 907 ediles, aunque en porcentaje de voto es la segunda, con el 25 por ciento de los sufragios, por detrás del Partido Nacionalista Vasco (PNV).

La debacle supera las peores previsiones de los socialistas y es la peor derrota de Rodríguez Zapatero desde que fue elegido secretario general del PSOE en el año 2000.

Desde el balcón de la sede del partido en Madrid, el líder conservador Mariano Rajoy se limitó anoche a agradecer a sus votantes.

«Hoy es un día muy hermoso», dijo, mientras miles de simpatizantes lo aclamaban al grito de «presidente, presidente». La jefa del gobierno regional de Madrid, Esperanza Aguirre clavó la daga a Zapatero. «El gobierno tiene que convocar elecciones para que el PP vuelva a La Moncloa (el palacio de gobierno)», exclamó, lo que animó a la multitud a corear «Zapatero, dimisión».

Tras semejante descalabro son muchos los comentaristas que aseguran que es prácticamente imposible que un Zapatero tan debilitado pueda continuar gobernando hasta los comicios generales de marzo del 2012.

Pero el presidente del ejecutivo insistió anoche en que continuará en el poder sin dimitir para adelantar las elecciones.

Zapatero anunció hace semanas que no se presentaría como principal candidato del PSOE. Los sondeos registraban una abrumadora superioridad de los populares en la intención de voto que oscilaba entre el 9% y el 14%.

Su dimisión como candidato tenía también que ver con la parálisis de la economía española, que apenas crece, una severa falta de confianza por parte de los ciudadanos, una desocupación que ha creado una legión de casi cinco millones de desempleados, un desempleo juvenil escandaloso del 44,6%.

Todas las previsiones del gobierno desde que comenzó una crisis que Zapatero y los socialistas negaban desesperadamente, no se han cumplido y España está entre los países que van a tardar en salir de la crisis. O sea que el deterioro social y económico se ha convertido en un quiebre político terminal.

Este es un momento gravísimo para las economías europeas más castigadas por los mercados. Grecia está al borde de la cesación de pagos, Irlanda continúa asfixiada y Portugal ha tenido que aceptar el rescate. El gobierno de España adoptó planes de recortes y austeridad para combatir su déficit que han generado una vasta reacción negativa en la ciudadanía.

El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, cuatro días antes de las elecciones, planteó que una severa derrota del PSOE llevaría a la necesidad de convocar a elecciones anticipadas como lo prevé la Constitución. «España vive un ciclo agotado y necesita entrar en otro nuevo para decirle a los mercados, a los ciudadanos y a Europa que empezamos un período nuevo de cuatro años».

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