Evo cumple 5 años en el poder, en su peor momento político – Evo Morales habló casi cuatro horas y dio un informe detallado con números, puntos y comas sobre su gestión, refiriéndose siempre a las diferencias entre el «Estado colonial» y el nuevo «Estado plurinacional». Los amautas (sabios aymaras) desfilaron ayer con sus sahumerios para ahuyentar a las malas ondas y erigieron grandes «mesas» –ofrendas a la Pachamama– en la céntrica Plaza Murillo para conmemorar el año uno del nuevo Estado Plurinacional entre indígenas, sindicalistas y funcionarios públicos. El 22 de enero, fecha de asunción de Evo Morales hace cinco años, fue declarada feriado nacional y este año el informe presidencial y los festejos trataron de revertir la pérdida de mística provocada por el fallido gasolinazo del 26 de diciembre y los desgastes propios de los segundos mandatos, que ya se hacen visibles. De hecho, varias encuestas muestran una erosión del apoyo al primer presidente indígena de Bolivia y algunas lo colocan en poco más del 30%. Como ya se volvió habitual, las organizaciones sociales desfilaron con sus trajes típicos al ritmo de la canción La Patria, tocada por orquestas militares, y unas turistas argentinas se emocionaban con el «respeto a las costumbres ancestrales» en Bolivia.
Evo Morales habló casi cuatro horas y dio un informe detallado con números, puntos y comas sobre su gestión, refiriéndose siempre a las diferencias entre el «Estado colonial» y el nuevo «Estado plurinacional». En el Congreso llamó a «acabar con las broncas y poner primero a Bolivia, por encima de las reivindicaciones sectoriales y regionales», para concluir con su ya tradicional «Patria o muerte… venceremos». Algunas denuncias sindicaron que los empleados públicos fueron conminados a participar de los festejos.
En su larga alocución, Morales reivindicó el fallido naftazo navideño del 83% –que derogó una semana después–, insistiendo en los efectos perversos del contrabando de nafta y gasoil que sale a los países limítrofes. «Nadie criticó la medida, pero los movimientos sociales nos dijeron que no es el momento. Salvamos nuestra responsabilidad con la historia, ahora el pueblo debe salvar la suya (con propuestas para revertir los efectos del millonario subsidio a las naftas)», señaló. Y resaltó los beneficios de las políticas sociales implementadas por su gobierno: «Pasamos del 33% de cobertura en la electrificación rural en 2005 al 51% en 2010», y resaltó que el riesgo país ha bajado y que el propio Banco Mundial destaca el manejo macroeconómico del gobierno. Por primera vez, Bolivia cuenta con 10.000 millones de dólares de reservas internacionales.
De hecho, parte del «haber» en el balance de la gestión de Morales es la reposición del papel del Estado en la economía y el intento de construir un «país normal» en el que se paguen impuestos, se reduzca el contrabando y las cuentas fiscales equilibren gastos e ingresos. A menudo suele destacar que su administración nacionalista «logró lo que los neoliberales no pudieron» y además redujo la pobreza. «Pasamos de 3.700 a más de 9.000 millones (de dólares) de depósitos en los bancos», insistió con las cifras macroeconómicas, al tiempo que resaltó que hoy Bolivia es independiente en el contexto de las naciones.
Con todo, el «debe» de su gestión estuvo en la incapacidad para lograr una mayor integración social mediante el empleo productivo. La salud sigue siendo una deuda pendiente y el poco entusiasmo general con la nueva ley Avelino Siñani echa dudas sobre mejoras significativas en la educación.
Otra de las dificultades está en la falta de inversión petrolera. Con un barril congelado en 27 dólares, las transnacionales afincadas en Bolivia priorizan la exportación de gas, lo que obliga a importar cada vez más gasoil, que se vende subsidiado en el marcado interno. La debilidad estatal alerta también sobre la transformación del litio en el nuevo recurso salvador, con demoras en la puesta en práctica de contratos acordados para la explotación del mineral que la globalización tecnológica reclama. Por otra parte, muchos se quejan de la judicialización de la política, que ha expulsado al exilio a un centenar de opositores, con más o menos «prontuario», entre ellos, algunos gobernadores e intendentes.
«Hay un deterioro estructural en la gestión de Evo, porque ya se agotaron las medidas que le generaron popularidad, pero es posible que aunque no vuelva a sus picos de apoyo superiores al 60% pueda mejorar la actual caída en las encuestas», le dijo a Clarín el analista político Fernando Molina. Evo tiene aún legitimidad para gastar y la oposición es poco menos que agónica.
Cuando ya promediaban más de tres horas, Morales planteó la agenda desarrollista del gobierno hasta 2014: construcción de hidroeléctricas, petroquímicas, explotación del litio y producción de alimentos. Hace unas semanas, el mandatario boliviano elogió el modelo agroexportador paraguayo y dijo que pediría al presidente Fernando Lugo el asesoramiento de técnicos de esa nación vecina.
Ahora se espera que el cambio de gabinete previsto para hoy o mañana brinde las claves de por dónde Evo, quien no pierde el olfato político, piensa reconstruir la iniciativa. Algunas versiones indicaban que podría llamar a los ministros «históricos» de la primera parte de su gestión, cuando la sensación de vivir una revolución era más fuerte que hoy.