Particularidades en las operaciones – Los tenedores de dólares billete ofrecen entre 10 y 20 por ciento menos del valor por hectárea. Quienes están necesitados de vender, aceptan negociar una paridad en pesos. A pesar de que las restricciones cambiarias han limitado la compra y venta de campos, las pocas operaciones que se llevan a cabo tienen sus particularidades.
Con precios que alcanzan los 17 mil dólares la hectárea en las mejores zonas del país, las transacciones parecen reservadas sólo a campos más alejados de los puertos y con menos infraestructura. En estos casos, los negocios presentan cierta alquimia financiera.
«Existe una brecha considerable entre los valores que los vendedores pretenden y lo que los compradores ofrecen. Los pocos compradores que tienen disponibles los dólares, en general, los quieren hacer valer y ofertan entre 10 y 20 por ciento menos del monto solicitado», sostiene Alejandro Garcia Astrada, titular de la inmobiliaria rural que lleva su nombre.
Por su parte, los inversores que disponen de pesos y manifiestan interés por comprar –a los fines de evitar la desvalorización de la moneda nacional– no consiguen propietarios dispuestos a realizar la transacción en esos términos. «Sólo quienes necesitan vender están dispuestos a aceptar un mix de alternativas, pero aun así resulta difícil encontrar inversores por sumas importantes», observó García Astrada.
La mayor oferta de campos agrícolas se exhibe en la zona extrapampeana, en establecimientos alejados de los puertos y donde, por lo general, la infraestructura es deficiente y el riesgo climático es mayor. «Se debe tener presente que en la actualidad los precios de la tierra en Argentina son muy elevados, cercanos a su máximo histórico», aclaró el corredor inmobiliario.
En las operaciones también están incidiendo los resultados productivos de las últimas campañas y las revaluaciones fiscales que están aplicando algunas provincias sobre la propiedad rural.
La mayoría de las operaciones de compra y venta que se acuerdan sólo se hacen de contado, ya que resulta difícil consensuar una forma de financiación eficaz y confiable y que refleje con el paso del tiempo el valor acordado.
Según García Astrada, en los casos en los que se habla de financiación, más que un tipo de moneda, la tendencia es a fijar los saldos en el valor producto, como pueden ser toneladas de soja o de novillos.
Según publicó La Voz del Interior, con la sensación de que las restricciones cambiarias, que dificultan la adquisición de dólares, llegaron para quedarse, hay coincidencia en el sector inmobiliario de que habrá que comenzar a edificar un nuevo mercado en pesos.
«A pesar de la incertidumbre generalizada, la percepción de los inversores nacionales y extranjeros es que la tierra constituye una excelente reserva de valor, debido a que su cantidad es limitada y que cada día habrá mayor competencia por su uso para la producción de alimentos, biocombustibles y nuevas áreas para urbanizar», aseguró el operador.