SHIRIC – El doble título mundial se vivió a pura emoción en el Cervantes

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Detrás de las bicampeonas del mundo hay una “banda” que apoya, apuntala y acompaña sin tapujos y sin preguntas. Firmes y fieles a ese sueño deportivo de cada una de las deportistas.

Esas personas, sus familias, son las que estuvieron cuando empezaron a dar los primeros giros y trompos, y también en las primeras caídas, que fueron parte del aprendizaje.

Y una vez más, ahora desde lejos, acompañaron a cada una de las chicas en el sueño de ser bicampeonas mundiales en la categoría Precisión Junior.

Apoyo multitudinario

El punto de encuentro fue el Auditorio del Centro Cultural Cervantes. Desde temprano comenzaron a llegar los familiares, amigos y parte de la comunidad que quería estar presente y acompañar este gran logro deportivo.

Con las remeras rosas, globos y otros elementos distintivos se fueron acomodando y colmando el espacio, que transmitía en pantalla gigante el mundial, en vivo desde la ciudad colombiana de Ibagué.

La emoción se percibía en el ambiente y también los nervios de la espera. Comenzaron las primeras imágenes y el Auditorio explotó de alegría y orgullo. Algunos, con mucho ruedo en el circuito deportivo, se fueron haciendo expertos y expertas del patinaje y los comentarios sobre cada uno de los cuadros fueron parte del color.

Hasta las lágrimas

Shiric era el tercero en entrar a la pista y cuando apareció el primer plano de las chicas, se escuchó un grito unánime y gigantesco, que sin dudas llegó hasta Ibagué. Después todo fue silencio y atención minuciosa, dando aliento y festejando cada logro y cada punto que se iba computando. En el final, los abrazos, las risas y llantos invadieron los rostros de todos.

Las patinadoras estaban primeras y lejos de las dos primeras, faltaban dos equipos. El campeonato estaba cada vez más cerca y lo hecho en pista había sido sublime y difícil de alcanzar, la vara había quedado alta y el podio dorado a ápice de distancia.

Y así fue, pasaron los dos equipos italianos que restaban y se volvió a desatar otro festejo inmenso porque las chicas, las “Shiric”, habían logrado el doble título mundial. Lo habían conseguido otra vez. Seguían siendo las mejores del mundo, mostrando que no había sido casualidad.

Que ese sueño no fue efímero, porque había sido trabajado, forjado y buscado. Las horas de prácticas, las concentraciones, los momentos que se fueron dejando de lado con sacrificio, habían dado fruto.

Una alegría enorme para toda la ciudad. Felicitaciones.

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