Magdalena Cabrera tiene 49 años, nació y vive en Cañada Rosquín, departamento San Martín, tiene tres hijos que crio sola y es la presidenta de la cooperativa jabonera de la localidad.
La historia dirá que Magdalena empezó a trabajar en la firma SAGYD en el año 2003 y que el destino la puso a prueba tres años después, como una señal de que los desafíos más grandes, se pueden concretar, si hay determinación, coraje y fuerza de voluntad.
“Mi papá era antenista, así de chica estaba arriba de los techos, le ayudaba con el trabajo y no me separaba de él”, recuerda Magdalena, haciendo un viaje a su infancia.
“Somos tres hermanos, fui la única que hice el secundario y en San Vicente estudié Administración de empresas. Dejé cuando quedé embarazada. Y cuando me separé, en el año 2003 retomé los estudios y me recibí. En ese año, salí a buscar trabajo, me anoté en Sagyd y fui a una entrevista, pasé las etapas y logré empezar”.
Aquel 14 de marzo
Tres años después de su ingreso a la fábrica de jabones, todo cambiaría para siempre en su vida. El 14 de marzo de 2006, estalló la crisis más importante de la historia de la localidad, cuando la firma, que le daba trabajo a gran parte de las familias de la población, comenzó a peligrar con cerrar sus puertas. “Hacía tres meses que no cobrábamos”, recuerda Magdalena y agrega: “El Sindicato de jaboneros vino a hablar con la empresa y les dijeron que no había dinero. Nos pidieron de aguantar y se inició el paro de los trabajadores. Hubo una revolución en Cañada Rosquín y el 15 de marzo se fueron los dueños”.
Fueron momentos duros, de miedo e incertidumbre, para las familias trabajadoras y para la localidad. “Cuando pasó lo del cierre, cortamos la ruta. Nos empezó a ayudar el pueblo, habcíamos ollas populares, nos daba una mano el presidente de la comuna de Cañada Rosquín, el cura y la gente. Empezamos a ver que había un movimiento nacional de empresas recuperadas. Hablamos con AFA y Empresas Recuperadas. Esta gente era amiga y ahí dijimos de ir por el lado de la cooperativa. Las jaboneras no tenían fuerza política y nos aconsejaron ir por ese rumbo. Fuimos a la provincia para anunciar lo de la cooperativa de trabajo. Teníamos todo por aprender, no teníamos dinero para comprar insumos y empezar a producir, fue durísimo. Contratamos a una abogada. Yo fui vocal, luego pasé a ser secretaria y luego presidente hasta 2011 y en 2019 retomé el cargo”.
Un mensaje para el miedo y la incertidumbre
Hoy, 43 familias viven de la Cooperativa Jabonera Cañada Rosquín. En ella, se fabrica jabón líquido, en polvo, velas y detergente en barra. “Hoy miro para atrás y veo que pasaron muchas cosas. Veo satisfacción también por lo hecho. Veo logros personales porque nunca dimensioné que Magdalena Cabrera, la chica que vivía en camino de tierra, de familia re humilde y que estudió en contra de la voluntad de su papá, iba a lograr esto. Mi papá luego entendió la importancia de lo que es estudiar”.
Y destacó: “Mi mensaje es que se puede. Cuando estaba terminando la carrera de programadora en sistema administrativo, yo trabajaba 9 horas, rendía materias y cuidaba sola a tres hijos. En esta vida, todo se puede, el tema es tener voluntad y animarse. A los miedos, hay que enfrentarlos rápido, animarse. Se trata de animarse”.