Ilda Guevara: Un personaje de todos – Ilda Guevara tiene 81 años. Una vida forjada por el sacrificio y el amor. Explota el don de ayudar gente sin pedir nada a cambio. Nilda Nely Messa de Guevara nació en el campo hace 81 años, el 12 de enero de 1931. Esta es la historia de un personaje de esos que ya casi no se ven.
Tocada por la varita de los dones y el de ayudar al prójimo, Ilda pasa sus días entre risas, alegría y un espíritu inclaudicable.
Hija de Juan María Messa y Pascuala Pautasso, Ilda se crió entre otros cinco hermanos, y hoy a esa edad sigue disfrutando de Lula, inseparable hermana, compañía y amiga.
«Eramos de familia humilde, íbamos a la escuela y al comedor escolar y por la tarde juntábamos maíz con la familia y con eso pagábamos la libreta para poder comer», recuerda Ilda de su pasado tan lejano. Sin embargo, esos 81 años que llega con ella no le quitaron ni un poquito de memoria.
Con una lucidez tremenda y la amabilidad de siempre, Ilda señala: «Me casé a los 18 años con Teodomiro Guevara en El Trébol. Con él, que fue mi amor por siempre, tuve a mi única hija Raquel».
De la unión con Teodomiro y junto a su hija Raquel, nació una verdadera historia de amor, de esas que en estos tiempos son difíciles de contar, de recordar y hasta de concretar.
«Tuve un hijo del corazón», dice y agrega: «Es decir, por adopción casi. Se trata de Rafael Marinelli. Mi hija quería un hermano y como yo no podía darle otro por una cirugía muy grande que me hicieron a los 23 años, estaba imposibilitada. Raquel iba a la Escuela Paso y Rafael iba con ella. Se dio la posibilidad de traerlo a vivir con nosotros. Hablamos con el papá junto al Dr. Fernando Degano. La familia era muy humilde. En principio no nos lo quisieron dar porque no nos conocían».
Raquel continúa su relato: «Un día la familia Marinelli nos mandó a llamar a mi marido, a mí, al Dr. Fernando, al Juez de Paz y al Comisario y nos dio el nene. La condición fue que no le cambiaran el apellido porque sino el papá de Rafael tenía que firmar la defunción en la libreta. Nos dijo que para él, su hijo no estaba muerto y nosotros aceptamos gustosos. El nos juró que nunca nos lo iba a quitar y así fue».
Su gran vocación
Ilda es conocida como «LA ENFERMERA DEL PUEBLO». Pero recién madura logró dar con su vocación tan querida. «Recién a los 32 años descubrí mi don y mi vocación. Siempre me gustó estar entre los chicos y cuidar gente. El Dr. Fernando Degano me inició. Yo trabajaba como doméstica en la casa de la familia Carignano y la señora necesitaba dos inyecciones diarias y el Dr. me enseñó a ponérselas. Cuando hacía dos meses que trabajaba ahí, el mismo Fernando me llamó y me dijo que me necesitaba en el Sanatorio. Trabajé como mucama dos meses y después pasé a enfermería».
Sin embargo, Ilda, que trabajó en el Sanatorio por 20 años, luego en la Farmacia Ascorti durante 8 años y luego en EMET y el Centro Médico durante 15 años, sigue siendo «La enfermera de todos».
«Lo hago hasta el día de hoy», dice con naturalidad y la espontaneidad que le dan sus 81 años. » Vienen a mi casa y voy a domicilio. Tomo la presión, limpio oídos, coloco inyecciones y todo lo hago ad honorem».
Porqué lo haces?
«Lo hago porque quiero ayudar. Un día me dí cuenta que no pude hacer nada por mi familia. Se murieron sin que yo les diera ni un vaso de agua. Hoy lo hago por ellos y por la gente. Quiero ayudar y me gusta».
Qué te dejó tu profesión?
«La enfermería me enseñó a ser gente, a hablar bien, a tratar a los enfermos y lo voy a seguir haciendo hasta que Dios me lleve».