Masivo cierre de Maduro con Maradona en pleno Caracas – Cientos de miles vestidos de rojo acompañaron al candidato oficialista en el último acto antes de los comicios del domingo. El legado chavista y sus cada vez más inocultables agujeros estuvo ayer en el centro de las proclamas cruzadas durante el cierre de campañas para las presidenciales venezolanas del domingo. Mientras el presidente en ejercicio Nicolás Maduro volvió a pedir el voto para «consolidar la revolución» tras 14 años de gobierno, el desafiante opositor, Henrique Capriles, echó sal a una llaga muy abierta en esta sociedad al machacar insistentemente sobre un simple dato cotidiano: cómo uno de los países más ricos del planeta no puede impedir un desabastecimiento ya crónico que priva a millones de venezolanos de tener en sus mesas harina, huevos, arroz o carne de pollo.
«El petróleo no llega a donde debe llegar. Quiero que llegue al pueblo», dijo Capriles en su propio y multitudinario acto de clausura en Acarigua, en el estado de Portuguesa.
«Yo prometo que llevaré a cabo las ideas que siempre defendí al lado del comandante», le respondió Maduro desde un gigantesco escenario, mientras desde un viejo video el mismo Chávez cantaba y llamaba a votar «por la revolución».
Poco antes, Maduro había contado con la mediática imagen de Diego Maradona, que desde hace dos días está en Caracas para manifestar apoyo al oficialismo y llevó camisetas que con la leyenda «Maduro Presidente» y «Cristina K 2015».
Anoche, el chavismo había sacado a toda su gente a la calle y una marea de simpatizantes copó Caracas transformando a la avenida Bolívar en una espesa alfombra roja de varias cuadras que se derramaba en otras seis avenidas aledañas. Voceros opositores no se privaron, sin embargo, de criticar el «uso clientelar» de medios del Estado para acarrear gente al centro caraqueño desde la periferia de la ciudad.
Al margen de los discursos, la simple cuestión del desabastecimiento, de una inflación estimada en el 30% y de los continuos cortes de luz en el país con las mayores reservas de crudo del mundo resumen un debate que se ha hecho cada vez más acuciante a partir de la muerte de Hugo Chávez, el 5 de marzo.
El contraste desnuda las contradicciones inherentes a un modelo que se jacta de pensar exclusivamente en el bienestar del pueblo. Como nunca antes, la clausura electoral se produce sin la presencia física del fundador del chavismo. Sin embargo, su imagen ha estado tan marcada en el desarrollo de esta campaña -iniciada después de su deceso de un cáncer- que hasta se ha encarnado esotéricamente en un misterioso «pajarito» con el que, según Maduro, el extinto líder se comunicaba con su pueblo desde el más allá.
La muerte de Chávez, de acuerdo con las encuestas iniciales, se transformó en una catapulta para la imagen de Maduro, designado por el extinto líder como su sucesor en diciembre último. En un principio, sacó hasta 20 puntos de ventaja a Capriles, que arrancaba con la mella de haber sido derrotado por Chávez en la presidencial de octubre.
Pero la falta de carisma de Maduro, las deficiencias del «modelo» y las debilidades de su campaña que acabaron en burlas y críticas incluso de sus adeptos por el disparate del «pajarito», parecen haberlo achatado en las encuestas. Según un último sondeo de Datanálisis, su ventaja se redujo a 9,7 puntos: 54,8% contra 45,1%.
Apremiado por la suba de Capriles, Maduro prometió ayer resolver la crisis eléctrica, atacar la corrupción, combatir la inseguridad creciente y otorgar un aumento salarial de entre el 38 y el 45%. Se trata de cuestiones que afectan a la base electoral chavista.
Anoche, el centro de Caracas era un océano de boinas y camisas rojas al grito de «Chávez te lo juro, voto por Maduro» o «Chávez vive, la lucha sigue». Preguntada por Clarín, Matilde Bonilla, de 60 años, dijo no creer en las promesas de Capriles. «Durante décadas no existimos. Sabemos que hay problemas. Pero esta derecha que hoy protesta nos ignoró siempre. Por eso los detesto», concluyó con una sonrisa.
Con todo, Venezuela entera parece haberle pasado a Maduro la boleta por la doble devaluación de un 80%, la medida de mayor impacto en sus cien días de gestión. El tema era ayer un comentario incluso entre sus adeptos. Pero es en la oposición donde el asunto viene siendo usado como un estilete envenenado.
Anoche, en el acto de Capriles se escuchaba a todo volumen el ritmo pegajoso de la salsa «Mentira fresca» cantada por Willie Colón: «Mentira fresca habló otra vez por televisión/ Nos dijo a todos que aquí no habría devaluación/ Suplente encargado de empeorar el desastre/ En sólo cien días un paquetazo nos aplicaste». El tema, que resume en pocas palabras los males que padece la Venezuela de Maduro, es el gran hit de la campaña.
Fuente: Clarín.com