Para el maíz 2024/52 se proyecta una caída interanual del área de un 21%, equivalente a 2 millones hectáreas. De materializarse estas primeras intenciones de siembra, no habría habido una reducción relativa de área de esta magnitud en 17 años en este cereal; esto es, desde la campaña 2008/09, la primera campaña de la serie de GEA. El maíz tuvo 9 campañas consecutivas en las que el área no paró de crecer; esto es, desde el ciclo 2014/15 hasta el reciente ciclo 2023/24 cuando marcó un récord de siembra.
De materializarse la reducción del área de 21%, se estarían cubriendo 7,67 millones de hectáreas con maíz para la campaña 2024/25, de esta manera Argentina podría producir 49 millones de toneladas. Este cálculo contempla un escenario normal de clima y tiene en cuenta que 6,17 M ha serían cultivadas para grano.
Las razones de esta caída son varias, pero el principal protagonista de este quiebre es una bacteria, el Spiroplasma kunkelii, transmitida a través de la chicharrita. Hasta hace poco, la enfermedad que causa el achaparramiento del maíz era endémica del norte del país, pero el nivel de población de la chicharrita creció en forma alarmante, expandiéndose territorialmente, en la última campaña. Llegó a afectar significativamente al maíz en el centro del país e incluso a tener presencia en el sur de la región pampeana.
En el norte del país los rindes han caído entre un 50 y 70% y las pérdidas en áreas, áreas que no se cosecharon, van del 25 al 60% del área total cultivada. Chaco y Santiago del Estero son las dos provincias más afectadas. Allí manifiestan que esta campaña es definitoria para gran parte del sector: no pueden fallar este año para seguir en negocio de la producción agrícola. En estas provincias se está manifestando una caída en la intención de siembra del maíz de 50 a 80%.
En el centro y norte de Córdoba y Santa Fe, las pérdidas de área (superficie que no pudo ser cosechada) por los efectos de la chicharrita van del 20 al 35%. La caída en la intencionalidad de implantación manifestada va de 30 a 50% en las zonas mencionadas. Siguiendo la información brindada por el SIBER, de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos, la caída en la intención de siembra de maíz estaría en torno de 30%. Lo mismo se manifiesta en la región núcleo. El centro y sur de Buenos Aires y la provincia de La Pampa no han registrado el impacto del achaparramiento que conlleva la chicharrita en los rindes de la campaña 2023/24 y, en principio, manifiestan una intención de siembra 2024/25 similar a la de la campaña precedente.
«Panorama difícil y de alta incertidumbre»
La chicharrita afecta principalmente a las siembras tardías y los peores efectos se han visto en los lotes sembrados después del 10 de diciembre. En la campaña 2023/24 se sembró el 65% del maíz en forma tardía, esto es, después del 15 de noviembre. La incertidumbre respecto de la población de chicharrita y los efectos sufridos por esta enfermedad son los principales motivos manifestados para querer evitar estas fechas de siembra. Ello lleva a que se dependa aún más de las lluvias de setiembre y octubre en un año en el que se espera que comience a actuar una «Niña» moderada a partir de septiembre/noviembre.
«Esto es muy importante para entender que las intenciones manifestadas pueden cambiar ante buenas lluvias, o su ausencia. Lamentablemente, en las últimas 4 campañas las lluvias de septiembre han estado bastante lejos de cumplir con las estadísticas mensuales de precipitaciones», indicó Cristian Russo, director de la GEA.
Y agregó: «Este año plantea un panorama muy difícil y de alta incertidumbre para el maíz, que se ve reflejado en un fuerte retraso de ventas de insumos. Aún en el mejor de los casos, en el que llueva en la primavera como el sector espera, gran parte de la siembra maicera argentina quedaría concentrada en fechas tempranas y con un alto riesgo climático ante falta de lluvias en el periodo crítico, es decir, entre diciembre y enero».
Fuente: ECOS365