EL «OJON» ROJAS HOY – Goles que son amores y sus días en la oscuridad

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Osvaldo Rojas tiene hoy 64 años, fue el máximo goleador de Trebolense y todos lo recuerdan como el «Ojón», porque de chico era flaquito y con ojos grandotes.

Se trata de uno de los mayores íconos del futbol liguista y un goleador impresionante, llegando a sumar, con la casaca del «Cele», 238 tantos. «Entre partidos oficiales y amistosos», aclara con humildad, sentado en el comedor de la cocina, siempre con una sonrisa y con las memorias intactas de su paso por las canchas de la región.

el delantero, nacido en el año 1959, no contó con formación alguna. En aquellas épocas, no había «cebollitas», ni inferiores, ni profes, ni managers de fútbol. Había potrero de barrio, había pelota de tiento, de trapo o de cuero y había talentos que pateaban cada día hasta que caía el sol.

Días de gloria

«Empecé a jugar en el año 1976, salí campeón con la Reserva, campeones en Primera en el 77 y 79 y sub campeones en el 78. Después estuvimos siempre prendidos. No había inferiores, yo jugué derecho. Al no tener inferiores, yo no tuve disciplina, no sabía compartir vestuarios y por ahí me portaba mal, no me integraba mucho al grupo y en algunas cosas me equivoqué mucho», señala el «Ojón», viajando al pasado de sus días de gloria.

ESTIRPE GOLEADORA – El Ojón en acción.

«En el 77 hice goles y en el 79 un montón. También en el 78. Siempre tuve problemas en la rodilla, porque no pisaba bien», cuenta. Esa lesión, lo terminó alejando del fútbol a los 29 años. «Para ese entonces, ya no podía pegarle con tres dedos ni girar para la izquierda».

Osvaldo, entrenó en el año 1977 en Rosario Central. «Ahí me cuidaban la rodilla. Después me vine para acá, no fui más a Rosario y seguí toda la carrera en Trebolense. Me arrepentí un poco de no haber aprovechado la oportunidad de jugar más en Central».

Sin embargo, el futbol liguista, le dio, por un tiempo, ese lauro de estrella, qeu jamás será olvidado en el ambiente. «Disfruté de muchos goles que hice, como uno contra El Expreso con la nariz rota, ante La Emilia, ante Juventud Unida y en Pueblo Casas. Hay goles que me quedan en la mente. A veces los sueño. Yo entraba a la cancha y veía a los defensores, los analizaba y los estudiaba para sacarles ventaja. Yo vine del campito, jugando con gente grande que te mataban a patadas. Cuando jugué con árbitros, fue más fácil».

Viviendo en la oscuridad

En estos días, el recordado delantero, vive con un perfil más bajo, rodeado de su familia y amigos y afectado por una enfermedad que paulatinamente le quitó la vista hasta hacerlo vivir hoy, «en la oscuridad total», como él mismo describe.

«Yo tengo diabetes. Mientras estuve en actividad, la diabetes estaba controlada. Cuando dejé y no le dí bolilla, me atacó con todo. Es culpa mía, era orgulloso y siempre creí que podía con todo. Tuve un derrame en el ojo izquierdo y después perdí la visión del derecho también. Hoy vivo en la oscuridad. No me cuidé, era de no escuchar a nadie».

así y todo, el «Ojón» nunca perdió esa amabilidad que lo caracterizó siempre como persona. «Igual me las arreglo bien en mi casa, me baño solo, me afeito y me muevo. El tema es que cuando salgo, es como que tengo que molestar a todo el mundo y se me complica».

A la hora del fútbol, Osvaldo escucha y hace trabajar la imaginación. «En vez de ver los partidos, ahora los escucho y debo confiar en el relator, que sepa de fútbol y que cuente lo que pasa de verdad».

Así pasaron sus días de gloria, pero los que saben, dicen que la historia se escribe a fuego y que el fuego no se borra. Ni de la mente, ni del corazón.

Porque los goles son amores y si son del «Ojón», mucho mejor.

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