Esta vez la tarde se prestó. El cielo estaba libre de nubarrones y de amenazas. Esta vez, estaban todos y esta vez el cielo le dio paso al atardecer, para que el primer “Farolito de la esquina del barrio donde viví”, comenzara a brillar.
Esta vez no hubo lluvia, esta vez no hubo viento. Esta vez no hubo tempestad.
Esta vez, el espíritu del barrio de la esquina de Elisa Damiano y Colón, se permitió sonreír al recordar y homenajear a dos de sus más entrañables vecinos. Luis Boasso, ese enorme manojo de voluntad en pos del prójimo y Ana María Mujica, la primera concejal de la ciudad, que se fue un día sin avisar, pero dejó para siempre su esencia.
“El farolito de la esquina del barrio donde viví”, es, simplemente, un mojón cultural, que sella eternamente la historia, esa que pasó por un barrio y que no debe ser olvidada.
Fue intervenido por el artista venezolano Frank Peña y su fisonomía es colorida con ciertas reminiscencias al barrio porteño de La Boca.
Una enorme congregación de vecinos, se acercó a vivir el momento, ése que pretende quedar por siempre en la ochava de dos calles que ve pasar los días de Luis y que fue testigo fiel de las andanzas de Ana. El aplauso cerrado, la emoción y alguna lágrima rebelde selló un momento único, que seguramente, se repetirá en otras esquinas de la ciudad.