Por Francisco Díaz de Azevedo
Vendaval de viento, truenos y un estampido estremecedor. Era domingo al atardecer, el cielo se había puesto plomizo y el agua caía a baldes.
El viento, huracanado ya había arrancado árboles, destrozado tinglados y volado techos en todo el ejido urbano. Se cortó la luz. Era 16 de enero de 2022. En la parroquia había misa y nadie se atrevió a moverse del lugar. En ese momento, hubo un estampido y miles de pedazos metálicos que se hicieron añicos en la vereda de la iglesia San Lorenzo Mártir. Se había caído la cruz de la iglesia. Pudo haber sido una tragedia. Dios quiso que no.
Pasaron 606 días de esa tormenta. Un año y medio y un día, el 14 de septiembre de 2023, la cruz, volvió a lo alto de la ciudad. Justo en el día de la exaltación de la santa cruz.
Como un ejemplo de resiliencia, la cruz que cayó, volvió a lo alto, más linda, más brillante, más imponente.
Una ciudad, un grupo de trabajadores, empresarios, voluntarios, ciudadanos, anónimos, pusieron lo suyo en talleres y hogares, para volver a reconstruir la cruz.
Para la tarea, se utilizaron partes rescatadas originales. Lamentablemente, el gallo de la veleta original, fue robado al día siguiente de la caída. También, se sumó a la estructura, acero inoxidable, un sello de esta ciudad.
Y así, se culminó el 10 de agosto, para el Santo Patrono y la bendijo Monseñor Fenoy. Ahora había que volver a subirla a lo más alto. La cruz debía volver a su lugar. La cúpula, de 41 metros de altura, estaba huérfana y reclamaba su parte final. La sagrada cruz, de 9 metros de alto y 650 kilogramos de peso.
Para ello, se reconstruyó la estructura interna de la torre, el andamiaje y se colocaron nuevos materiales, más modernos y resistentes.
En los días previos, se habló de la posibilidad de un helicóptero para elevarla. Finalmente, fue una grúa de gran porte, de una empresa sanlorencina, con una pluma de 80 metros, la que subió la reliquia a lo más alto. Arriba la esperaban tres operarios, que atornillaron los 18 bulones de acero y terminaron de ubicar la cruz, mirando al saliente.
Una multitud se acercó a la plaza San Martín desde las 15 hs. La cruz, se posicionó en lo más alto a las 17.55. La gente aplaudió, hubo lágrimas y abrazos.
Y así, la ciudad recuperó su fisonomía final, la misma que tuvo durante 90 años. Como un ejemplo de resiliencia, de volver a empezar, de caerse y levantarse. Y de recuperarse, para brillar, aún, mucho más.
Francisco Díaz de Azevedo