De acuerdo a las últimas estadísticas oficiales, en las dos áreas urbanas más importantes de la provincia de Santa Fe (Gran Rosario y Gran Santa Fe) 106.000 personas dejaron de ser indigentes en el primer semestre del 2022, con respecto a diciembre de 2021.
Esto significa que hay, en promedio, 4,70% de hogares con 5,70% de personas bajo la línea de indigencia. Asimismo, como consecuencia de lo anterior, tanto los índices de pobreza como los de indigencia se redujeron en el primer semestre 2022 respecto del primer semestre 2021, con descensos pronunciados en la cantidad de pobres del Gran Santa Fe e indigentes en el Gran Rosario.
Pero, ¿qué significa ser indigente para las estadísticas oficiales?
Ser indigente, es considerar que la persona sólo puede acceder a una cantidad limitada de alimentos por día. Al menos una comida. Y no accede a ningún otro tipo de bienes o servicios considerados elementales: no se considera la ropa, un alojamiento, salud, etc. Estamos, entonces, ante una condición de “pobreza extrema”.
Son los pobres entre los pobres. Por ello, en los anuncios oficiales se los consideran dentro de los “niveles de pobreza” pero en realidad, tienen una identificación especial: “nivel de indigencia”.
No es el objeto de estas líneas plantear el debate acerca de cómo se cuantifica y califica a una persona en condición de indigencia pero se podría adelantar que son personas cuya situación es de extrema vulnerabilidad y sus posibilidades de salida son muy difíciles. Por ello, en los últimos tiempos, se comenzó a prestar a atención a ella. Puesto que su evolución y asistencia adquieren características especiales.
En efecto, en los últimos años, y atravesados por la pandemia, alta inflación y recesión económica, los registros estadísticos indican que las personas en indigencia en las regiones de Rosario y Santa Fe tuvieron una fuerte variación como consecuencia de la combinación de las restricciones laborales, suba de los precios de los alimentos y disminución de las changas. Sin considerar que la asistencia social directa que se brinda pudo estar conteniendo las cifras para que no desborden.
En el gráfico se puede ver el trazo de una campana, que se inicia en el 2018 con registros por debajo del 6% de la población, una fuerte suba en plena cuarentena estricta del 2020 y una lenta disminución, desde el pico, hasta el presente. Llegando, en el caso de Rosario, a tener menos indigencia que en el 2018.
Ahora bien, del cuadro resulta interesante profundizar dos aspectos: ¿qué pasó en el resto del país? ¿es un fenómeno especial?; y ¿cómo se comportaron las ciudades de Rosario y Santa Fe? La primera cuestión refleja que, en general, la Provincia de Santa Fe cuenta con mejores condiciones que el promedio nacional.
En Argentina, 6,8% de los hogares cuentan con 8,8% de sus integrantes en condiciones de pobreza extrema, en tanto que Rosario tiene el 3,7% de sus hogares con el 3,6% de sus ocupantes en condiciones de indigencia y la ciudad de Santa Fe y alrededores el 5,7% de los hogares cuentan con el 7,8% de las personas en indigencia, por lo que la perfomance provincial está “mejor” que la media nacional, incluso en Rosario con guarismos por la mitad de las cifras argentinas.
Una primera conclusión nos permite considerar que la provincia posee un tejido social mejor contenido que el resto del país. En cuanto al segundo cuestionamiento, la respuesta se complejiza porque la perfomance de la sociedad santafesina presenta un deterioro mayor a la rosarina.
Con tamaños poblacionales muy distintos, las cantidades de personas en extrema pobreza en ambas regiones eran casi similares hacia el primer semestre de 2022. Máxime si se tiene en cuenta que, antes de la pandemia, la ciudad de Santa Fe se encontraba mejor situación que Rosario con un 3,7% y 6% respectivamente.
Cinco años después, pandemia y recesión mediante, las relaciones se invirtieron: en Rosario la población indigente cayó al 3,6% y la santafesina subió al 7,6% con 48.447 personas en indigencia frente a 42.229 de Santa Fe, siendo estas circunstancias las que ameritan
profundizar en el asunto.
Los niveles provinciales de vulnerabilidad no están en sintonía ni tienen tendencia a parecerse, sino todo lo contrario. Por ello, es necesario reflexionar acerca de cómo se ayuda a paliar la situación desde los distintos actores que intervienen en la realidad social, organizaciones sociales, gubernamentales, políticas, productivas, etc, dado que parecieran existir causas muy rígidas que hacen duras de perforar y erradicar la pobreza extrema especialmente la ubicada en la región de la ciudad santafesina capital.
En resumen, no existe una única respuesta, ni es un problema que sólo debe ocupar la asistencia social oficial. Más bien es una cuestión colectiva. Son personas concretas que tienen urgencias que deben atenderse de inmediato. Se esconden dentro de grandes cifras pero claman por atención y exigen respuestas sociales mucho más comprometidas por parte del conjunto de la comunidad.
Fuente: ECOS 365