Por Rubén Pron
La bandera de El Trébol ondeó el domingo pasado a 3.570 metros sobre el nivel del mar en el lugar de la cordillera de los Andes donde en 1972 cayó un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que transportaba, entre otros pasajeros, a los integrantes de un equipo de rugby que iba a disputar una competencia en Chile.
El profesional y deportista oriundo de El Trébol y radicado en la ciudad de Mendoza cumplió –a los 75 años– su objetivo de rendir homenaje a las víctimas de aquella tragedia que conmovió al mundo luego de que los sobrevivientes de la caída de la máquina permanecieran 72 días en el inhóspito lugar, bajo gélidas temperaturas, rodeados de hielo y nieve y refugiados entre los restos del fuselaje de la máquina, debiendo apelar a la antropofagia para alimentarse a la espera del rescate.
Ello ocurrió luego de que dos de los rugbiers ascendieran hasta los 4.650 metros y cruzaran a territorio chileno donde hallaron a un arriero que dio aviso a las autoridades trasandinas, que ya habían abandonado la búsqueda.
García, que ya cumplió otros desafíos como los dos viajes que hizo en bicicleta desde Mendoza hasta El Trébol y el cruce de la cordillera en ese rodado para unir
Argentina y Chile, fue acompañado por su hija Natalia Carolina y otros expedicionarios coordinados por el experto en alta montaña Oscar Daher y guiados por un banqueano que los condujo por empinadas laderas y peligrosos senderos hasta el lugar donde bajo una cruz de hierro descansan los restos de 28 de las 29 víctimas del accidente, a pocos metros de donde un cenotafio de mármol negro recuerda a los integrantes del equipo de rugby del Old Christians Club fallecidos.
La expedición llegó en camioneta hasta Puesto Araya, el último lugar al que se puede acceder con vehículo 4×4 y continuó luego a caballo y a pie según los tramos del camino, atravesando en el trayecto la fuerte correntada con que el deshielo de verano se precipita por los cauces el río Atuel y los arroyos Rosado y Las Lágrimas.
El ascenso final demandó a los expedicionarios seis horas de marcha y el descenso otras cuatro luego de permanecer unos pocos minutos en el sitio de la tragedia, donde todavía quedan algunos restos del avión siniestrado.
Hace dos años García se estaba entrenado para unir en bicicleta los océanos Atlántico y Pacífico a través de la Patagonia, proyecto que debió abandonar al llegar a nuestro país la pandemia de covid con las restricciones que ella impuso.