Por Ruben Adalberto Pron
La ley 8871, conocida como “Ley Sáez Peña” por el presidente que la impulsara acuciado por los reclamos, revoluciones y abstenciones de las corrientes populares del momento, representadas principalmente por la Unión Cívica Radical, instituyó el voto universal, secreto y obligatorio para designar a las autoridades nacionales. El carácter de “universal” se alcanzó recién en 1947 con la sanción de la ley 13010 que posibilitó a las mujeres a votar por primera vez en las elecciones de 1951.
La provincia de Santa Fe se acopló a este nuevo modelo que ponía fin al voto voluntario (había que inscribirse en el padrón para poder acudir a las urnas), calificado (se exigían condiciones excluyentes para poder sufragar) y “cantado” (el votante debía mencionar públicamente ante la mesa electoral su candidato de preferencia o escribir su nombre en una papeleta que se introducía en la urna, lo que impedía sufragar a los iletrados) y sancionó su propia ley adaptada a la 8871 con particularidades.
En El Trébol el pueblo fue a las urnas el día de Navidad de 1913. La elección favoreció a la Unión Cívica Radical, que impuso sus candidatos frente a los de la Liga del Sur, que luego se convertiría en el Partido Demócrata Progresista.
Así, el primer presidente comunal de la nueva etapa política fue Francisco Bosio, reelegido al cabo de su primer mandato de dos años.
Le siguieron en sucesivas gestiones el productor rural Mateo Boasso, el comerciante Nicolás Aicardi, Benjamín Lépore (con dos reelecciones en 1922 y 1924 hasta que fue intervenido por el gobierno provincial por no coincidir con su línea política), Hermenegildo Goicoechea y luego el escribano Mauricio A. Qüesta (nombrados interventores, este último después de haber impugnado las elecciones comunales de 1924), Natalio Maurino y Carlos Baratti.
El golpe de estado que en 1930 encabezó el general José Félix Uriburu para derrocar al presidente Hipólito Yrigoyen y establecer la primera dictadura cívico-militar del siglo XX hizo que fueran destituidas las autoridades locales, asumiendo como interventor el hacendado Juan Benito Miles.
Restituida la Constitución, el siguiente presidente comunal fue el radical José Broardo, en 1932, removido dos años después cuando estaba por finalizar su mandato. El Poder Ejecutivo provincial estaba en manos de la democracia progresista y el interventor designado por el gobierno fue Roberto Cassone, uno de sus partidarios en la localidad.
Lo sucedió el productor ganadero Francisco Julián Gómez, y a éste, entre 1938 y 1943 el candidato de la UCR de Santa Fe en la Concordancia (conservadores) Julio López Qüesta.
La revolución de 1943 que puso fin a la llamada Década Infame del “fraude patriótico” puso nuevamente a Francisco Julián Gómez al frente de la Comuna hasta que las elecciones de 1948 posibilitaron el triunfo del dirigente justicialista local José Napolitano, víctima ese mismo año de la interna provincial del peronismo que trajo como interventor a Primo Celotti.
En las elecciones generales de noviembre de 1951 en las que por primera vez pudieron votar las mujeres y el presidente Juan Domingo Perón fue reelegido para un segundo mandato, el electorado de El Trébol también eligió a un peronista, el odontólogo Juan Carlos Podestá, para presidir la Comisión de Fomento.
Fue reelegido dos años después, pero la nueva dictadura cívico-militar que sobrevino a la autodenominada Revolución Libertadora de 1955 contra el gobierno de Perón trajo a dos nuevos interventores comunales: el gestor y agente financiero Arturo Leiva hasta 1957 y el hacendado y martillero radical Tomás Ferrero, quien nunca había asumido el cargo de vocal por la minoría en la Comisión de Fomento para el que había sido electo en el último período del doctor Podestá.
Lo que siguió fue la larga etapa de proscripción del peronismo, en la que se sucedieron gobiernos elegidos e interventores entre 1958 y 1973 y nuevas intervenciones en la última dictadura que sufrió el país entre 1976 y 1983.