Cientos de fogatas se encendieron en la tarde-noche del miércoles, dándole la bienvenida al solsticio de invierno, y acompañando esta tradición que desde hace años acogió la ciudad.
El fuego quemó lo malo, se llevó las penas y angustias; con sus llamas transformó esas sensaciones en buenos augurios, en esperanza, en alegría y en esa luz tan necesaria para las personas.
La pandemia postergó un año más el gran fogón en el Ecológico, que se convirtió en muchas pequeñas llamaradas en los hogares de El Trébol, en las veredas y parrilleros; en familia, con vecinos o amigos.
Las redes se inundaron de publicaciones, los muñecos, el fuego y el “Viva San Juan”. Un poco de magia, acompañada de la noble de las buenas energías y sensaciones. El canto que se unificó al calor de las llamas y las miradas que reflejan el andar flameante de las mismas.
La Fogata es tradición en la ciudad. Comenzó hace muchos años con las alumnas del PEAM, que con su sapiencia y años vividos trajeron esta festividad, la hicieron propia y la supieron trasladar a la comunidad, que no tardó en adoptarla.
En el próximo solsticio, esas pequeñitas llamas se unirán para volver a cantar y a gritar todos juntos ¡Viva San Juan!
