Abelito Manna ya forma parte de la historia viva de Los Cardos.
Con tan sólo 22 años, en el pibe que se transformó en leyenda. El niño que bailaba cada noche en el centro de la pista es hoy un ángel que merodea las calles de su pueblo.
Sergio Manna, su papá, dialogó con El Trébol Digital, una semana después de la pérdida de su hijo tras ese fatal accidente. «Me siento acompañado por la gente, por las instituciones y por personas que ni tenía en cuenta y te ponen el hombro. La región entera, los pibes de toda una zona se hacen sentir. Mi hijo estaba más allá de Los Cardos. Me llamaron papás que pasaron por situaciones familiares similares de toda la región. El esfuerzo que hicimos con mi esposa para educarlo dio sus frutos».
Abel fue adoptado por Sergio y Ana María a los 2 años y 5 meses en el Juzgado Nº 2 de Santa Fe. Había nacido en Arocena. Sergio señaló: «El conoce a su familia biológica. Hace un año me llamó una señora preguntándome. Desde ese momento lo llevé varias veces a visitar a su familia. Tiene 6 hermanos, su papá y su mamá».
La familia Manna tiene además a Lara, de 29 años, adoptada en su momento en el Juzgado Nº 1. «Tengo dos hijos del corazón. Y tengo dos nietos», susurra Sergio y sonríe. Mira una foto de Abel en un cuadro. El «Bailarín de la noche» luce con saco y corbata en la foto. Toda la pinta tenía el angelito. No hay dudas.
«Abel era un tipo muy especial. Era bueno, con algunos berrinches como todos. Nunca le privamos nada y siempre hizo lo que quiso. Hasta fue a «Pasión de sábado» con Hugo Tissera en el año 2016. Los amigos se juntaban en el quincho de mi casa para tomar mates y tereré», recuerda su papá y agrega: «Era una persona muy respetuosa. Hay mucha gente que lo apreciaba por eso. Jamás una palabra fuera de lugar. La gente siempre me lo remarcó, él era así».
El día del accidente, Abel estaba con su padrino. Lo mandaron a comprar unas pilas y sin permiso se llevó la moto. «Se la sacó al padrino. Nunca hacía eso. Era muy raro. Venía fuerte y tuvo el accidente», dijo resignado.
En nombre de él y de su esposa Ana María, Sergio destacó: «Nos dejó todo. Incluso es un chico que de pequeño tenía una conducta complicada pero se había aplomado».
Su primer trabajo
Abel había empezado a trabajar como pintor y peón de albañil. «Mi idea era hablar con el Presidente de la Comuna para que pudiera empezar a trabajar ahí porque yo trabajé en ese lugar. Él era muy amigo de Alan (Tramannoni, el Presidente Comunal). Eran muy compañeros y sé que Alan lo sintió mucho. Quiero agradecerle por todo lo que me acompañó».
Y agregó: «Siempre pensé que él me iba a enterrar a mí y no yo a él. Y menos de esa manera. Parecía que iba a salir porque tenía el brazo y la pierna quebrada pero después saltaron los golpes internos y se complicó».
ETD – Cómo sigue la vida Sergio?
«Quiero seguir, quiero salir, tengo mi mujer, mi hija, mi yerno y mis nietos, tengo mucho que hacer aún».