Por muchas más «Bombas de amor» – Por Francisco Díaz de Azevedo

En estos días vemos sangrar a la sociedad en medio de un caos mundial llamado pandemia. En estos días, desde hace un tiempo, mientras el virus nos pega de cerca, mientras repica contra las paredes de nuestros vecinos y mientras nos hiere en la piel y en el alma, alcanzo a percibir que el Covid no es el enemigo ni la principal batalla que debemos ganar. Hay otro enemigo, oculto en medio de las voces y los susurros cuenteros, blasfémicos, hipócritas.

Inmersos en una pandemia que lastima y que nos duele, nunca creí que lo que más nos iba a herir era el chisme, el apuntar con un dedo o el mensaje de la «F.N.W.C.O.» (Federación Nacional de Whatsapperos de Coronavirus Oficial) para ver quien es el infectado de turno.

Les aseguro que hiere mucho más el dedo apuntador y la intolerancia de una parte de la sociedad, que la tos seca, la ausencia del olfato, la fiebre alta y el decaimiento que nos provoca este bichito ignoto y dañino.

Si cuando pase esta pesadilla, no aprendimos nada, será entonces que ya nada más tiene sentido.

Pero por suerte, en la misma sociedad, existe la gente que se dedica a dejar, en papelitos, anotada la formula de la felicidad. Son los que ocupan su corazón y su cabeza en regalar un motivo para sonreir. Son los que no van a tener piedad en dejar caer sobre la comunidad, un intenso bombardeo de amor.

Esta mañana, en medio del frío, del cielo plomizo y cruel de un invierno que a veces nos marchita el pecho, algo fue distinto en la ciudad.

En una vivienda de la calle Córdoba, frente a Club A. Trébolense, un puñado de globos y letreros de colores, le anunciaron al mundo, que cada contagiado de Covid 19 ya no está solo y nunca lo estará.

Esta mañana, entre frases de aliento, sonaron fuerte las bombas de amor en la ciudad. Sí, en esta ciudad de pobres corazones, aún hay un motivo para creer que se puede acariciar al prójimo, darle una palabra de apoyo, propinarle un mimo en el rostro y abofetear el chisme y el juzgamiento.

Esta mañana El Trébol dio la nota. Esta mañana su gente fue la primera. Esta mañana mi ciudad demostró a la región, a la provincia y al país, que con un gesto, con una idea y con mucho amor, podemos ganar esta batalla.

Esta mañana, la vivienda de la familia Degano se vio regada de palabras de aliento por parte de dos profesionales de la salud que trabajan desde el amor.

Porque ya no luchamos contra el Covid 19. Esta guerra es mucho más cruenta y profunda. Esta es una batalla que debe chocar contra las miradas maliciosas, los dichos cortantes, las mentiras hirientes y las lenguas que hablan en nombre de los derechos pero no de las obligaciones.

Y sólo hay un arma contra semejante pandemia de miseria. Se llama AMOR. Otros, le dirán empatía, comprensión o apoyo. Yo la llamo AMOR. Amor del bueno. Amor de querer saber cómo estas. Amor de saber si te puedo ayudar. Amor por sobre todos y por sobre todo.

AMOR. Esa frase que se escribe en papelitos y que es más fuerte que el chisme, el odio, la mentira y el mal. AMOR. El que pregona Dios nuestro señor.

AMOR, con el que vamos a vencer juntos en esta batalla.

Que éste sea el inicio del más letal bombardeo a los corazones heridos y tristes, que necesitan de una dosis, pura, digna y letal, de esa pequeña cosa llamada AMOR.