La violencia hacia las mujeres, tristemente no cesa, y es cotidiano escuchar historias que estremecen y generan indignación. Esa violencia que va más allá del golpe; que intimida, que penetra y se vuelve intangible. Esa violencia que transcurre por la sociedad sin ser juzgada y cuestionada, o al menos, por una parte de ella.
En este contexto patriarcal e impune, una joven de sastrense sufrió un abuso sexual cuando era traslada por un hombre, residente de Carlos Pellegrini, tras “hacer dedo” en la Ruta 13.
La confianza por un lado, de una mujer que necesita llegar a un lugar y tal vez, su única vía es hacerlo a través de la solidaridad de la comunidad, y la perversidad de la otra parte, que hace explicita su aberración y aprovecha la vulnerabilidad de la otra persona.
En materia estrictamente periodística, el hecho ocurrió en la tarde del martes, en el trayecto de Sastre a san Jorge, cuando este individuo –de unos 69 años- “levantó” como se dice habitualmente a la joven a la vera de la ruta, en su una Toyota Hilux color negra.
Al llegar a San Jorge, la joven efectuó la denuncia en la sede del Centro de Orientación a la Victima (COV), por lo que se dio intervención al Ministerio Público de la Acusación en turno de la ciudad de Santa Fe, y cuyo fiscal ordenó la localización del sujeto.
Posteriormente, se secuestró el vehículo consecuente con la denuncia realizada y se trasladó al masculino para hacer el descargo.
La causa fue iniciada por abuso sexual simple desde la MPA.
Queda chico el término simple. Racionalmente se entiendo que son aspecto de la justicia, que califican y diferencian un accionar de otro, pero para la joven no, para las mujeres no.
Simple, es que las mujeres puedan vivir libres, seguras, sin pensar que un violento te puede matar a la vuelta de la esquina o en una ruta.
De simple, para la víctima no tuvo nada. Y ojalá que la justicia actúe y que la sociedad comprenda que no es exageración, que las mujeres viven o vivimos con miedo y que nos matas. Esta vez, esta chica pudo contarla, puedo hacer la denuncia, pudo hablar, pudo seguir viviendo. En muchos otros caos, las mujeres no hablan, callan por miedo, por vergüenza o porque le apagan la voz para siempre.
Fuente: Sanjorgevirtual.com.ar Edición: Eltréboldigital.com.ar