Franco Casañas acababa de meter el gol Nº 213 en Trebolense en la tarde del domingo, cuando lo reemplazó Héctor Martinez.
Al retirarse del campo de juego, la tribuna se puso de pie y de allí bajó una ovación para el «Beto».
Miró las gradas, se golpeó el corazón, donde el escudo de su casaca lucía transpirado y fiel y devolvió el aplauso.
Ya en la zona de vestuario, Franco enfrentó los micrófonos y se lo notó emocionado desde el incio de la entrevista. «Jugamos un gran partido. Aprovechamos los espacios que nos dejó el rival y marcamos en los momentos justos. Por suerte pude hacer un gol yo y jugar otra semifinal».
Se tapó la cara y al descubrirse el rostro, sus ojos estaban colorados y húmedos. «La verdad es que …» se le corta la voz y trata de seguir. «…creo que la verdad es que me emociono. Siempre la luché. Sigo estando ahí, semis o finales y es muy importante. Y la gente que me demuestra mucho cariño».
Vuelve a llorar, se pausa la entrevista, toma aire y sigue: «Ojalá podamos seguir. tenemos un partido duro con San Martín. Ya jugamos con ellos los cuartos de final del Apertura. Vamos a necesitar de todos, de la gente, bah… de todos», dijo y volvió a aflojarse entre lágrimas. «No sé si éste será mi último partido con Trebolense, o el penúltimo o faltarán unos más y me pongo así…», alcanzó a sollozar el «Mostro del gol» y ya no hubo lugar para más.