El lunes 17 de junio es feriado nacional por el Paso a la Inmortalidad del Gral. Martín Miguel de Güemes, un nombre familiar para los habitantes de la ciudad por llevar una institución educativa su nombre, pero ¿Quién fue este prócer en la historia argentina?
En los años de la Independencia Argentina, allá por el mil ochocientos, la actuación de Güemes fue crucial: sin su desesperada resistencia y obrando conjuntamente con el General José de San Martín, no hubiera sido posible defender la frontera norte del actual país, ni hubieran sido posibles las campañas del General San Martín que permitieron obtener tanto la Independencia de Chile como la posterior Independencia del Perú. Bajo su mando, las ciudades de Salta y Jujuy y su campaña defendieron al resto de la las provincias de abajo, sin ayuda exterior.
Durante la mayor parte del siglo XIX, la figura de Güemes fue interpretada solamente como la de un caudillo más, y recién a principios del siglo XX, esa imagen comenzó a cambiar a través de su más conocido biógrafo: Bernardo Frías, quien presentó la vida de un jefe militar y político patriótico y desinteresado, capaz de movilizar a la masas en contra del enemigo. Solo a partir de ese momento, Güemes comenzó a aparecer como el esforzado y heroico jefe de la frontera norte, héroe absoluto de la provincia de Salta. En el último tercio del siglo XX, los estudios históricos sobre la gesta güemesiana concluyeron que el aporte de Güemes a la lucha por la Independencia Sudamericana fue esencial para la estrategia del «Plan Continental» llevado a cabo por José de San Martín.
Martín Miguel de Güemes, el líder de la guerra gaucha que frenó el avance español con sus tácticas guerrilleras.
Su historia
A los catorce años ingresó a la carrera militar y participó en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas como edecán de Santiago de Liniers. Tras la Revolución de Mayo, se incorporó al ejército patriota destinado al Alto Perú y formó parte de las tropas victoriosas en Suipacha. Regresó a Buenos Aires y colaboró en el sitio de Montevideo.
Pero Güemes no olvidaba su Salta natal, a la que volverá definitivamente en 1815. Gracias a su experiencia militar, pudo ponerse al frente de la resistencia a los realistas, organizando al pueblo de Salta y militarizando la provincia. El 15 de mayo de 1815 fue electo como gobernador de su provincia, cargo que ejercerá hasta 1820.
Dos días después de la Independencia, iniciaba sus sesiones el Congreso de Tucumán que designó Director Supremo a Juan Martín de Pueyrredón. El nuevo jefe del ejecutivo viajó a Salta ante las críticas y sospechas de muchos porteños, que dudaban de la capacidad militar de Güemes y sus gauchos. Pueyrredón quedó tan conforme que ordenó que el ejército del Norte se retirara hasta Tucumán y ascendió al caudillo salteño al grado de coronel mayor.
San Martín apoyó la decisión de Pueyrredón y confirmó los valores militares y el carisma de Güemes y le confió la custodia de la frontera Norte. Dirá San Martín: “Los gauchos de Salta solos están haciendo al enemigo una guerra de recursos tan terrible que lo han obligado a desprenderse de una división con el solo objeto de extraer mulas y ganado“.
El 1º de marzo de 1817, Güemes logró recuperar Humahuaca y se dispuso a esperar la invasión. Los realistas acamparon en las cercanías. Habían recibido refuerzos y ya sumaban 5.400. La estrategia de Güemes será una aparente retirada con tierra arrasada, pero con un permanente hostigamiento al enemigo con tácticas guerrilleras. En estas condiciones las fuerzas de La Serna llegaron a Salta el 16 de abril de 1817. El boicot de la población salteña fue absoluto y las tropas sufrieron permanentes ataques relámpago. El general español comenzó a preocuparse y sus tropas empezaron a desmoralizarse. No lo ayudaron las noticias que llegaron desde Chile confirmando la victoria de San Martín en Chacabuco. De la Serna decidió emprender la retirada hacia el Alto Perú.
Las victorias de San Martín en Chile y de Güemes en el Norte permitían pensar en una lógica ofensiva común del ejército del Norte estacionado en Tucumán a las órdenes de Belgrano y los gauchos salteños hacia el Alto Perú. Pero lamentablemente las cosas no fueron así.
En marzo de 1819, se produjo una nueva invasión realista. Güemes se preparaba nuevamente a resistir. Sabía que no podía contar con el apoyo porteño. El panorama de Salta era desolador. La guerra permanente, los campos arrasados y la interrupción del comercio con el Alto Perú habían dejado a la provincia en la miseria
En 1820, la lucha entre las fuerzas directoriales y los caudillos del Litoral llegó a su punto culminante con la victoria de los federales en Cepeda. Caían las autoridades nacionales y comenzaba una prolongada guerra civil. En ese marco, se produjo una nueva invasión española. En febrero, el brigadier Canterac ocupó Jujuy y a fines de mayo logró tomar la ciudad de Salta. San Martín, desde Chile, nombró a Güemes y le pidió que resistiera y le reiteró su absoluta confianza nombrándolo Jefe del Ejército de Observación sobre el Perú. A Canterac no le irá mejor que a La Serna: terminará retirándose hacia al Norte.
El año 1821, fue sumamente duro para Güemes porque a la amenaza de un nuevo ataque español se sumaron los problemas derivados de la guerra civil. Estas divisiones internas debilitaron el poder de Güemes y facilitaron la penetración española en territorio norteño.
Güemes estaba refugiado en casa de su hermana Magdalena Güemes de Tejada, “Macacha”. Al escuchar unos disparos, decidió escapar a caballo pero, en la huída, recibió un balazo en la espalda. Llegó gravemente herido a su campamento de Chamical con la intención de preparar la novena defensa de Salta. Reunió a sus oficiales y les transfirió el mando y dio las últimas indicaciones. Murió el 17 de junio de 1821 en la Cañada de la Horqueta. El pueblo salteño concurrió en masa a su entierro en la Capilla de Chamical y el 22 de julio le brindó el mejor homenaje al jefe de la guerra gaucha: liderados por el coronel José Antonio Fernández Cornejo, los gauchos de Güemes derrotaron a “Barbarucho” Valdés y expulsaron para siempre a los españoles de Salta.
Fuente: Felipe Pigna