Indudablemente la presencia de lluvias se transforma en un factor determinante para el óptimo desarrollo de los cultivos. Sin embargo, cuando se registran fenómenos hídricos con excesos superiores a los 100 milímetros y en lapsos de tiempos muy cortos, las complicaciones no tardan en llegar.
Más allá de los anegamientos o planchado de suelo que se generaron, lo que llevó a que varios lotes (o sectores) tuvieran que ser resembrados, también se dio el agregado de la proliferación de malezas, las cuales no sólo tuvieron incidencia en la actual campaña de soja, sino que además se transforma en un verdadero desafío para los próximos años.
Los lotes donde el agua corrió de sobremanera generó “un desplazamiento de los herbicidas residuales, no permitiendo el control que se esperaba”.
Al respecto el Ingeniero Agrónomo de la Cooperativa Agrícola Ganadera de El Trébol Limitada, Darío Bonfil, señaló que: “El cultivo no se vio afectado dado que dichas malezas en su gran mayoría aparecieron después de que la planta cerró su ciclo” y agregó: “El exceso de agua agotó antes de tiempo la residualidad del producto. Fue tanta la cantidad de lluvia, que se generó un arrastre de tierra, siendo que el herbicida se incorpora dentro de los dos o tres centímetros de suelo, no más que eso”, puntualizó.
Dependiendo de la cantidad de malezas con que cuente el lote se pueden o no dar pérdidas en el rinde final. Sin embargo, para Bonfil, lo más preocupante es el desarrollo del banco de semillas que se produce con la cosecha: “Es un dato a tener en cuenta para la próxima campaña y sin lugar a dudas, los lotes con mucha presencia de malezas requerirán de un tratamiento especial”, concluyó.