El Trébol tuvo fiestas en calma, en silencio y también carentes de luces.
La pirotecnia cero funcionó a la perfección.
Entre la situación económica, la prohibición de venta de pirotecnia y el acatamiento por parte de la ciudadanía, tanto el 24 a la noche como el 31, no hubo cohetes, bombas, fuegos de artificio ni cañitas voladoras surcando los cielos de la ciudad.
El acatamiento a la normativa impulsada desde 2017 también hizo que se achicara casi a cero el riesgo de accidentes por quemaduras. De hecho no hubo casos en ningún centro de salud de la ciudad.