Las noches de la ciudad de El Trébol son tierra de nadie, aunque durante el día ya los delitos son comunes.
Todo tipo de robos y hurtos está diseminado como una metástasis de un cáncer enquistado dentro de la sociedad. Ya no hay en El Trébol zonas más o menos peligrosas.
Un robo puede pasar en pleno centro o en la periferia, a las 11 de la noche o a las 10 de la mañana. Los hechos son de todo tipo, raterismo, extracción de herramientas, dinero en efectivo, o artículos de electrónica.
A una anciana, un joven, una familia, un trabajador o en un comercio.
En la noche del lunes nuevamente quisieron robarle a una víctima de los malhechores. La bicicletería de Marcelo Pistarelli volvió a estar en el foco de los bandidos.
Así como el pasado 16 de julio, en Dorrego 353, esta vez no pudieron pero lo intentaron. Trataron de forzar el portón pero no lo lograron, quizás algún vecino, el transito que pudo haber pasado o el estado del mismo malhechor hicieron que la bicicletería no se abriera y que el robo no fuera cometido.