El Museo de la ciudad está envuelto en un mosaico artístico directo y al corazón de la gente.
Es que el lente de Helena Horner homenajea al trabajador, a vos, a él, a ella, a todos, porque todos trabajan en algo de alguna manera.
El trabajo propiamente dicho fue lo que plasmó con ventanas de obturación, filtros, contrastes, diafragmas abiertos y cerrados, enfoques y encuadres esta joven de la adoptada por la ciudad pero nacida en Rosario.
Mucho del trabajo de Horner se basa desde la teoría del caos misma. “Helen”, como le gusta que le digan, tiene la capacidad de hacer belleza de un pie embarrado, de un insecto saltando al vacío o de un rostro en su día más radiante.
“Ya pasó lo de los nervios. Trabajé 20 días a full”, suelta casi tartamuda. Lo de ella no son las notas periodísticas y si suelta algo, lo hace sin dejar rastros ni pistas de nada. Casi como un goteo. Sus palabras son a cuentagotas pero sus flashes son un vendaval. “Al principio me trabé y después salió la esencia que hay en cada uno. Lo importante que hace cada uno aunque no se vea en el día día”, dice sobre su muestra que homenajea al laburo mismo.
“Hay mucho de intuición aunque se mezcla todo” balbucea. Su trabajo tiene de creación todo y de talento más aún. Los contraluces, los planos sugestivos y algún filtro computarizado hace que el trabajo parezca hasta placentero… aunque más placentero sea disfrutar la foto.
La muestra se luce en su esplendor. Y hay tiempo para recorrerla, disfrutarla y degustarla. Casi como un buen vino, ver cada foto provoca una sensación pero al retirarse, queda un rato en el paladar. “A mi trabajo lo puntúo con un 8. Estoy contenta. No sé qué haré en la próxima, por ahora pienso en esta”, opina.
Y al hablar de su mejor pic, se tambalea entre extremos… “Me gustó la del peón con el caballo porque tengo algo con los caballos, pero también tengo un sentimiento con la foto del Bombero”.
Hay muestra en el museo, es para todos, es para algunos y es para siempre. Hay que embragarse, Horner lo logró y el trabajador fue homenajeado como siempre lo mereció.