Luis Alberto Aurelia se quitó la vida a los 46 años con un certero disparo en el corazón. Fue en un camino de tierra alejado de la ciudad esa tarde del 4 de abril.
Era un hombre callado, y prefirió irse, a seguir con un sufrimiento que ya no podía soportar más.
La vida lo había golpeado una y otra vez. Duramente, sin piedad, sin contemplaciones.
Pablo Luque, acompañante terapéutico del sobrino de Luis, fue el último en hablar con él. Lo conocía, lo había ayudado en sus días de infierno.
Testimonio desgarrador
“Luis era un hombre desilusionado”, señala Pablo Luque con el rostro triste y nostálgico y agrega: “No sé por qué se quitó la vida justo ahora. Era una persona muy sufrida, muy cerrada. Se le notaba en el rostro. Luis me decía que era un invisible y que desde chico siempre fue así”.
Durante todo el último año, Pablo marchó de la mano con Luis, buscando una mejor vida para Gabriel, que tiene esquizofrenia, pero también un cambio en la vida para el tío, un hombre al que la realidad le pesó mucho sobre los hombros.
“Eso fue algo que lo marcó. El marcó etapas de su vida con mucha desilusión y decepción. Él se cerró para adentro, se hizo antisocial. No era malo, él tenía miedo que lo lastimaran. Tenía el corazón endurecido, su historia era dura y fuerte”, rememora.
Ese último llamado antes del fin
Pablo recibió el último llamado de Luis. “Me voy a matar”, le dijo. “Noooo! Esperá… dónde estás??”, preguntó Pablo. Nunca obtuvo respuestas.
Eran las 13 y 39 de la tarde del 4 de abril. Un minuto después se puso la 38 mm. en el pecho y disparó. “Se quitó la vida en el momento menos esperado. El pasó peores momentos antes, una situación de abandono y desesperación que no tenía ahora. Recuerdo que cuando le dieron la casa lloraba de emoción y alegría y el no recordaba un momento así en su vida”, cuenta Pablo, sobre aquel mes de junio del año 2016, cuando se consiguió una vivienda para él y Gabriel y así salir de una vida marginal, dura y espantosa. “Lo de Gabriel le ayudó. Le dio motivos un tiempo”, también dijo Pablo, resignado.
Luque recuerda que “Luis en poco tiempo se cayó. Él nunca me había hablado de la muerte y en los últimos 15 días el insinuó cosas. Me mandó un mensaje de texto a las 13 y 31. Ocho minutos después me llamó por teléfono diciendo que no daba más y que no había solución. Me dejó escrito el porqué. Y me dijo “Cuidame bien a Gabriel”.
Hoy, 10 días después de su muerte, Pablo lucha por Gabriel, le busca un hogar, intenta pintarle un sentido a la vida de un chico que nació con una patología irreparable y que sólo tenía a su tío en el mundo. “Yo soy acompañante terapéutico de Gabriel y no debería comprometerme emocionalmente pero en este momento me es muy difícil. Somos tres cuidándolo y yo me comprometí por el mismo pedido que Luis me dejó”, señala Pablo, que sueña con una mejor vida para los marginados, que quiere una buena vida para Gabriel, aunque la vida misma se empecine en jugarle en contra.