Por Francisco Díaz de Azevedo
Griselda Dominga Carmen Reinaudo tiene una historia que contar.
Nació el 7 de febrero de 1958 bajo el signo de Acuario y su vida fue una lucha constante.
Griselda realizó sus estudios primarios en la Escuela Laprida y la secundaria en la Escuela Media. “Después de la Media trabajé en la firma “Ostellino y Boasso” durante 3 años hasta que me llegó la posibilidad de entrar en la Dirección Provincial de Vialidad. Estaba el Ingeniero Carlos Fioca”, recuerda.
Casada con Néstor Boasso, Griselda es madre de Fabricio de 26 años y Guillermo de 30.
Su lucha
Reinaudo tuvo escollos en la vida. Trabajó a destajo para llevar adelante su familia, su sacrificio construyó cimientos sólidos a su alrededor y pregonó responsabilidad en cada día de dura labor. Un día comenzó a sufrir y padecer hipoacusia. Fue a los 28 años y a los 40 ya no escuchaba nada.
Un implante la sacó adelante y siguió trabajando, sin rendirse, y sobrellevando a todo como si no hubiese un impedimento en ella. “Empecé a trabajar en la DPV desempeñándome en la parte contable. Fue en el año 1978, como era un horario corrido también trabajaba en lo del Contador Soria y en Ordeñadoras Bosio por la tarde”, dice rememorando.
Griselda agrega: “Para mí trabajar en Vialidad fue una gran responsabilidad. La quise desde el primer momento pese a los dichos de mucha gente de lo que es trabajar con un empleo público. Tuve gratos momentos e hice amigos. Siembro amistades y aunque no nos veamos persiste”.
El 9 de enero pasado comenzó su licencia y se jubilará el 3 de mayo. “Para mí es extrañar mucho mi trabajo, mis cosas, mis compañeros, mis horarios”.
Griselda no quiere hablar mucho. Su bajo perfil juega en contra de esta nota. Pero susurra, mirando adelante: “Quiero dedicarme a mi salud, ayudar a mi marido, quiero concurrir a algún taller para hacer cosas. Por suerte en esta ciudad hay muchas opciones, desde el CIC al Chalecito Verde”. Y arremete soñadora: “Quiero viajar, quiero conocer Italia, donde tengo parientes y contactos”.
Los sueños que vienen
Atrás quedó la Zona V de Vialidad. Los madrugones, las responsabilidades y las tareas. Este presente la encuentra cerrando etapas, extrañando ritos y cambiando costumbres. El futuro seguramente le deparará la bella Toscana, la arquitectura de Florencia, la Torre de Pizza, el glamour de Milán y el dulce romanticismo de Venezia…
Porque la vida está hecha de caminos, como los que hace Vialidad… y en realidad nosotros sabemos, que todos los caminos conducen a Roma.