La historia data del año 2005. Durante los últimos años de la gestión de Angel Mateo Rossi, se buscaba una locomotora para colocar en el Museo de la ciudad. Justamente, el edificio del Museo fue la histórica estación de trenes que tuvo El Trébol, una ciudad fundada desde las vías del ferrocarril mismo.
En ese año, Angel Rossi, junto a Oscar Montalbetti, y con la ayuda de Jorge Caldo, gestionaron insistentemente por una máquina locomotora, hasta que un día la consiguieron. Era una realidad, una fabulosa máquina a vapor, un tren antiguo! Una reliquia.
Un regalo para el Museo
“Eran los años de la gestión de gobierno de Angel Rossi, personalmente colaboré para conseguir en Ferrocarriles Argentinos, una locomotora a vapor para ubicar frente a la estación de trenes, hoy museo”, rememora Jorge Caldo y agrega: “Luego de largo, largo tiempo, logramos conseguir una!!!”.
Caldo agregó que “entonces la fuimos a ver con Rossi y Montalbetti en su morada de Rafaela”.
Misión imposible
La máquina era una obra de arte, pura historia en esas toneladas de hierros trabajados. “El hecho es que Ferrocarriles nos dio un plazo de 30 días para retirarlas y traerlas hasta nuestra ciudad, plazo que una vez vencido, hacía caducar la gestión”, rememoró el Gerente de la Cooperativa de Agua Potable pero resignado agregó: “Esta tarea fue imposible de realizar en tan poco tiempo, dado sobre todo, por su alto costo, ya que hay que tener en cuenta que esa máquina pesaba algo así como 130.000 kg. y era necesario un transporte especial. No pudimos traerla”.
Caldo contó que «en esa época viajábamos seguido a Buenos Aires con el “Kely” – Rossi – y vio bien que se hagan esas gestiones. Lo hicimos a través de un ente residual de Ferrocarriles. Este ente liquidaba los bienes de Ferrocarriles”, recordó Caldo y agregó: “Los trámites empezaron en el año 2003 y en el 2005 nos dieron la máquina. Nos preguntaron muchas cosas, documentación y dónde se iba a instalar”.
Finalmente, al lograr cristalizar el trámite y que fuera ejecutable, aparecieron los problemas que nadie tenía en cuenta. “Un día llegó el “comodato” para instalarla en el Museo. Estaba disponible en los talleres de Rafaela y teníamos 30 días para retirarla, sino se vencía en comodato. La fuimos a ver y averigüé por todos lados como trasladarla. Nos costaba en aquella época como 40.000 dólares traerla, lo que era una locura. No la podíamos traer traccionando por la trocha que tenía, había que traerla con un carretón y era imposible por los costos. Además, la gran cantidad de trámites que había que hacer para poder trasladarla, como los operativos para pasar por los puentes y demás nos desalentó. Pero sobre todo, fue por el costo”.
En definitiva, El Trébol se quedó sin máquina a vapor. “Personalmente me dio mucha lástima porque se puso mucho empeño en conseguirla y fue como cuando a un chico le muestran un dulce y no se lo dan. Una lástima”.