Por Francisco Díaz de Azevedo
A casi 34 años de la Guerra de Malvinas y a poco más de 34 años y un mes del hundimiento del buque ARA General Belgrano, Eusebio Romero, padre del Cabo 1º Daniel Romero, vuelve a recordar, sin lágrimas pero con dolor.
Con la voz profunda, los párpados caídos, el gesto adusto y la amabilidad de siempre, “Chacho” se inserta en la charla a corazón abierto.
Una vez más dice sí a mis requisitos de micrófono en mano y se para frente a él con la fortaleza admirable de ese padre que perdió a su hijo en el Conflicto Bélico del Atlántico Sur.
“El eligió esta carrera por profesión. Terminó el primario en El Trébol y en esa época había propagandas sobre la Escuela de Mecánica de la Armada. Un día vino y me dijo que se quería ir a Buenos Aires. Lo dejamos y siguió su destino. Lamentablemente le pasó esto, a los 21 años le tocó la guerra”.
Daniel se había recibido de Técnico Electricista y le tocó como primer buque el Cándido de las Alas, con el que hizo un viaje a la Antártida para trasladar una pista de aterrizaje interpolar. “Después le dieron el Crucero Belgrano y se fue a vivir a Punta Alta. Ya estaba de novio con Cecilia Kerke que es de Belviso.
El Cabo se casó joven en El Trébol en la Iglesia San Lorenzo Mártir y la fiesta se hizo en “La Querencia”, que hoy es el Hostal El Trébol.
Pequeño memorial
Detrás de “Chacho”, en el Cervantes, una docena de fotos muestran a Daniel Romero joven, guapo y como le gustaba ser, un marinero de las Fuerzas Armadas Argentinas.
“La Secretaría de Cultura hizo esto. Me sorprendió, sabía que mi señora le dio varios fotos pero no creí que colocaran todas”, señala Eusebio sobre el Memorial que hay instalado en el Hall del Teatro.
Las fotos son inéditas, y muestran a Romero en su juventud plena, en el Buque y siguiendo su carrera en la Escuela de Mecánica de la Armada Argentina.
Ese último recuerdo
Con la mirada en un punto fijo, este padre dolorido se transporta a aquellos días. “La última vez que lo ví, vino a El Trébol con la señora. Estuvo un par de días pero para un padre no hay un momento definido. El recuerdo es permanente. Yo veo a la madre y cuando más pasa el tiempo se asienta la ausencia y no hay olvido. Yo trato de estar con la mente más distraída. No sé si es dolor, angustia lo que se siente”.
El 2 de mayo, dos torpedos del Submarino Nuclear HMS Conqueror de la flota Británica impactan en el Manuel Belgrano. Murieron 323 tripulantes y el buque estaba fuera del Area de exclusión de la Guerra. “El vivía en el Crucero durante todo el día. El ya había hecho varios viajes con el Crucero, era su Buque.
Una desgarradora visión
“Chacho” se abrió en la charla como nunca y contó algo que nunca, en estos tantísimos años había hecho. El vio la muerte de su hijo antes de que ocurra. “Yo ví cosas antes. No sé si hay algo dentro de uno. Yo ví que le pasó a él en el momento del hundimiento. Una noche durmiendo en un monte de Santiago del Estero, en un sueño ví lo que le pasó. Fue dos semanas antes del hundimiento. El había estado de guardia y dejó la guardia para ir a dormir. Se fue a los dormitorios y ahí pegó el primer torpedo. Después me lo confirmó el Capitán del Crucero Bonzo cuando visitó la ciudad”.
“Chacho” en su sueño se imaginó lo peor. A su hijo atrapado en el Buque, sin poder salir, sin poder salvar su vida. “Los de la Planta Baja son los que más sufrieron. Los Buques tienen compartimientos. Y cuando entra agua en uno de ellos por un boquete como ocurrió, éstos se cierran para evitar que el agua inunde otros sectores y si vos están en el lugar, la puerta se cierra y quedás atrapado”. Desgarrador de sólo imaginarlo. Desgarrador para un padre soñando el fin de su hijo.
La fecha, esa que siempre vuelve
Cada año llega abril y mayo y Eusebio sale de sus quehaceres. “Chacho” es un tipo activo que se mueve por todos lados y tiene su cabeza en mil temas. Pero su mente se detiene durante dos meses cada año y se sumerge en el recuerdo y en el dolor.
Una vez, en una entrevista de un 2 de abril de hace algunos años, me confesó: “El dolor no se va, no merma”.
Hoy dice: “Yo siento dos cosas. No quiero que llegue nunca la fecha pero estoy acá en esta charla (En el Cervantes frente a ex combatientes que cuentas sus anécdotas). Es un cuchillo que tengo en un determinado lugar, que se mueve y te hace sangrar”.
Y agrega: “Eso que le pasó a mi familia y a mi patria es muy importante. A los jóvenes hay que decirles que hubo un mal manejo de nuestra patria por un Presidente borracho. Tratar de recuperar las Islas después del principio de conversación que había hecho el Dr. Illía fue un error. Pero Galtieri quería ganarse las islas y perpetrarse en el poder”.
Estados Unidos, Chile y Perú
Eusebio saca viejos recuerdos a la luz. No puede olvidar. No quiere, es imposible. “Estados Unidos y Chile nos traicionaron. Estados Unidos dio la posición del Crucero y los Chilenos abastecieron a los aviones de los ingleses durante la Guerra. Argentina fue traicionada por el hermano mayor y por el vecino. Pero no nos acordamos de Perú, que con su humildad puso aviones al servicio del Ejército Argentino. Perú fue el hermano pobre que nos ayudó”.
La guerra
La Familia Romero es una pequeñísima muestra de lo que una guerra deja en el ser humano. Dolor eterno, relaciones destruidas
Sobre la guerra, Eusebio dijo: “Hay guerras grandes y chicas pero se dan cuando los dirigentes dicen que se enojan y van a la guerra. Los que se enojan es porque no tienen más razón para discutir y les queda la fuerza. Cuando uno ve que no tiene razón, pelea. Esto es lo mismo”.
ETD: Cómo te imaginás a Daniel si viviese?
“Yo lo veo a Rubén – su otro hijo – que es parecido. Es gente que quiere progresar. El era alegre, no hubiera cambiado y hoy yo estaría acompañado de otros nietos”.
Preparado para la muerte
Finalmente Eusebio volvió a desnudar la intimidad de aquellos años. El conocía a Daniel como nadie. Por las cartas del marino, “Chacho” sabía que un momento así podía llegar. “El estaba preparado. Los militares te enseñan. En la última carta me escribió: “Salimos y vamos a las Islas, Ojalá vengan estos gringos para hacerlos c….”, rememora y vuelve a rematar: El estaba preparado para morir”.