Lucía Bertaina cumple el sueño de su vida. La “Colo” nacida en El Trébol y formada en Club A. Trebolense, emigró un día a la ciudad de Buenos Aires para estudiar arquitectura. Banco Nación se fijó en la estupenda armadora y la enroló en Primera.
Así, la “Colo” ganó tres veces seguidas la Liga Nacional y fue armadora de la Selección Argentina de Voley.
Pero las vueltas de la vida, hizo que un puñado de coincidencias terminaran de cumplirle el sueño a la jugadora.
Las coincidencias que armaron el gran sueño
A los 33 años, regresó a la ciudad de El Trébol por una oferta laboral de su hermano. En esos días, Fabián Moretto, desde el Area de Deportes la llamó para contarle el proyecto de la Liga Nacional y si podía contar con ella. Y ella no dudó. Le dijo a Tomás – su marido- “Yo voy o voy”. Tomás no lo dudó y armaron las valijas.
Trebolense por primera vez en sus 106 años, tomó la decisión de jugar Liga Nacional de Voley. Tras muchos años de exportar jugadores a Boca Juniors, Banco Nacion, San Lorenzo de Almagro o a países como Italia, China y Rusia, ahora el «Celeste» buscó aprovechar su potencial defendiendo sus colores en la mismísima Liga.
Casi radicada nuevamente en la ciudad, con dos niños y un abuelo – Miguel – muy contento, la “Colo” inició la cuenta regresiva de su sueño: Volver a vestir los colores de la “Celeste” de Trebolense.
“Estoy muy felíz y contenta con esta propuesta que me hizo Mauro – Silvestre, DT de Trebolense-. No lo puedo creer”, le dijo a este medio.
Y la “Colo” continuó, expresiva como siempre: “Me llevé los mejores recuerdos de este club y cerrando mi carrera poder hacerlo jugando acá es lo mejor que me puede pasar. Un tiempo atrás hablé con un jugador de fútbol que corrió la misma suerte – Germán Castillo – y le dije que era el sueño de todo deportista volver algún día a su club. Yo estaba contenta por él y ahora se me dio a mí”.
Con familia y todo
Pero la realidad de Bertaina es muy distinta a cuando se fue. Ya en pareja, ahora tiene dos hijos y una familia formada. “Yo tuve dos nenes, nunca pensé en volver a jugar y cuando surgió esto no lo pude creer. Había perdido la esperanza”, dijo.
La familia está terminando de instalarse nuevamente en la ciudad, mientras Lucía ya trabaja con su hermano Javier. “Hoy todavía no creo que me pase esto. Cuando me llamó Fabián Moretto, hablé con mi marido y le dije “Yo esto no lo puedo dejar pasar”. El me apoyó”.
Sobre el plantel, que contará con varios refuerzos y muchas jugadoras locales, Lucía dijo: “No conozco mucho del plantel y tampoco hablé mucho con Mauro. Espero que sean los nombres que me dijo porque hay buenas jugadoras”.
Y se sonrió, levantó los hombros, miró la cancha que se llama Carolina Costagrande, como su amiga, en el medio del Gimnasio que la vio nacer y exclamó : “Esto para mí es el gran broche de oro, es muy importante, estoy muy feliz”.