Cómo desatar los nudos que frenan el potencial del agro

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– La asociación de empresarios líderes del Mercosur analizó el financiamiento, la infraestructura y el marco regulatorio. ¿Cuáles son los «agronudos» que encuentran los líderes de grandes empresas u organizaciones ligadas al sector agropecuario? Este fue el leit motiv del tercer foro nacional de agronegocios organizado por la filial argentina de Lide, la agrupación de empresarios, presidentes y CEO’s más importante de la región, que se celebró en Buenos Aires.

Los cuatro agronudos sobre los que se disertó fueron el financiamiento, la infraestructura y logística, el marco regulatorio y la sustentabilidad. Y, si bien ninguno tienen origen en la coyuntura actual, todos se ven tensados por esta situación inédita del derrumbe de los precios internacionales de los tres cultivos principales: soja, maíz y trigo.

La necesidad de apoyo financiero tuvo un crecimiento exponencial y, en algunos casos, angustioso, relataron los expertos.

Financiamiento. Carlos Beute, gerente de negocios agropecuarios del HSBC, planteó que en las cadenas de agropecuarias los bancos deben ser «un jugador más, especializándonos para entender flujos, jugadores, riesgos, desafíos y oportunidades».

El problema, para el economista Mario Blejer, es que «la inversión precisa que la codicia supere al pánico», y «los bancos no pueden financiar inversiones de diez años con depósitos de 30 días».

En cuanto a otros instrumentos, también hay dificultades. Horacio Tommasini, presidente de la Cámara Argentina de Sociedades y Fondos de Garantía (Casfog) dijo que la demanda de financiamiento a través de Sociedades de Garantías Recíprocas (SGR) crece año a año. Sin embargo, las empresas de Casfog, que financian a unas 12.000 pymes, no pueden contar con el Banco Nación, que sólo apoya a Garantizar y a Cuyo Aval. «Enfrentamos una situación desigual, sólo tenemos un apoyo suave del Bapro», dijo.

Inversión. Según Federico Tomasevich, presidente de Puente, en el mercado de capitales, «las emisiones vienen al 50 por ciento del año pasado». El sector representó, en Obligaciones Negociables, el 4,6 por ciento del volumen emitido en lo que va del año, u$s 95 millones, el 60 por ciento denominado en dólares. Y en fideicomisos financieros, con u$s 186 millones, el agro significó el 8 por ciento del volumen, y el 97,5 por ciento de todos los fideicomisos financieros nominados en dólares.

«Muchas compañías que tienen ingresos hedgeados en dólares están aprovechando para financiarse a tasas muy bajas, consecuencia del cepo y el no acceso a moneda extranjera».

Logística. En cuanto a infraestructura y logística, Gustavo López, de Agritrend, recordó que hoy en el país se siembran 33/34 millones de hectáreas y se producen unos 100 millones de toneladas, y la previsión es que en 2020 se alcancen 42 millones de hectáreas y 140 millones de toneladas (o 160 millones, según el Ministerio de Agricultura). «Si hoy hay cuellos de botella, ¿qué va a pasar en 2020?», se preguntó.

Para el analista, la movilización y transporte de graneles es uno de los aspectos más problemáticos, ya que de los 55 millones de toneladas de soja sembradas en unos 20 millones de hectáreas, el 83 por ciento se traslada en camión, el 13 por ciento en ferrocarril y sólo el 4 por ciento por agua, a diferencia de Estados Unidos (16, 23 y 61 por ciento, respectivamente) y Brasil (60, 33 y 7 por ciento), los otros dos principales productores mundiales de la oleaginosa.

La capacidad de almacenaje es para López, el otro tema conflictivo, ya que por la aparición del silobolsa no hubo cambios significativos en la capacidad fija de almacenamiento (de unos 70 millones de toneladas), que permitirían segregación y mayor valor. A la inversa, la Argentina es fuertemente competitiva en industrialización, donde tiene una gran capacidad ociosa, y en logística portuaria.

Más allá de los graneles, el asesor Jorge Forteza abordó el «estado lamentable» de la logística para alimentos (como vegetales y frutas, carnes, vinos y productos especializados), rubro donde es imperativo recuperar presencia porque crece más rápido que el comercio mundial.

El caso de Chile. Forteza destacó el caso de Chile, que bajo el lema Potencia Agroalimentaria encaró una estrategia por la que casi triplicó los ingresos del sector hasta volverlo más importante que el sector forestal, y que hoy quiere llevar de u$s 16.000 a 35.000 millones, para que alcance al cobre.

Estos problemas, para Pablo Pussetto, gerente comercial de Profertil, entroncan con la falta de una visión compartida entre el sector público y el privado, que ilustra el caso de los nuevos puertos de crushing a los que se llega por caminos de tierra.

«Las empresas han hecho grandes inversiones en logística portuaria, pero también se necesita capilaridad de los puertos a la producción».

Marco regulatorio. En cuanto al marco regulatorio, el consultor impositivo Santiago Sáenz Valiente se refirió a las distorsiones que implica el sistema tributario actual, que reduce la rentabilidad a entre 5 y 20 por ciento, y llamó a encarar cuatro temas: la coparticipación, para que sea más equitativa con las provincias; las retenciones, quitándoselas a maíz, trigo y girasol y revisando a la baja las de soja; ganancias, permitiendo el ajuste por inflación y la devolución de los saldos a favor, e IVA, poniendo una alícuota única por cadena, entre otros puntos.

Sojización. Beatriz Pilu Giraudo, presidenta de Aapresid, señaló que, con políticas de corto plazo, la Argentina pasó de tener el 49 por ciento de su superficie sembrada con soja en la campaña 2001/2002, al 69 por ciento en la actualidad, en detrimento de los cereales, una relación que no es sustentable.

La dirigente mostró un estudio de Fada de septiembre pasado según el cual, deduciendo los impuestos nacionales y provinciales y la renta de la tierra, el resultado de la soja en porcentaje era del 6 por ciento. Pero en maíz, donde a las deducciones se suma el costo de la intervención oficial con la política de Roes, el resultado es negativo: -40 por ciento. «Con un marco regulatorio mejor podemos alcanzar las metas del PEA 2020», señaló la titular de Aapresid.

Por último, el consultor Julio Nogués se centró en las consecuencias en el comercio exterior del «proteccionismo de amigos» del gobierno, que puede traer serios problemas para mediados de 2015 debido al fallo de la OMC que obliga a la Argentina a levantar el cepo cambiario tras la queja conjunta de EEU., Japón y UE. Para Nogués, si bien la Argentina apeló el fallo, perderá el juicio.

Sustentabilidad. Para Gustavo Grobocopatel, presidente de Lide Argentina, que habló en teleconferencia desde Finlandia, donde fue a estudiar uno de los mejores sistemas educativos del mundo, la sustentabilidad ha pasado de ser un tema decorativo a central en las empresas.

Hernán Bagliero, jefe de la región de Bayer CropScience, dijo que «sin duda estamos evolucionando y somos más conscientes de nuestro rol. Nos hemos dedicado a hablar con los agricultores y no con la sociedad, que son los que nos dan la licencia social».

Para Gonzalo Ramírez Martiarena, CEO de Louis Dreyfus Commodities, la sustentabilidad es holística, y opinó que el cambio más difícil es el cultural.

Federico Nicholson, director de Ledesma, destacó que cualquier economía regional es mano de obra intensiva y ancla a la gente en su lugar de origen.

«Si queremos achicar la brecha entre la Argentina más próspera y la más postergada vamos a tener que crecer más en esos lugares, y eso no es muy atractivo políticamente».

Ataques. En tanto, Pablo Vaquero, vicepresidente de Monsanto Argentina, comentó que «los ataques de grupos ambientalistas y de izquierda» a su empresa son en realidad al modo de producción del agro en el país, y que «en los próximos años vamos a ver tecnologías mucho más eficientes». Mientras, dijo que están repensando cómo comunicar a la sociedad.

Jorge Correa, presidente de Nidera Argentina, distinguió tres patas de la sustentabilidad: la económica, la social y la ambiental, y dejó picando la pregunta: «¿Cómo hacemos para ser sostenibles cuando los economics no dan?». Esto, sobre todo, en el caso de los productores más chicos, que no tienen la cintura financiera de las corporaciones.

La experiencia de Brasil. Roberto Rodríguez, ex ministro de Agricultura de Brasil, dijo que el área con granos en su país creció un 41 por ciento en 20 años, y alcanza a 56 millones de hectáreas.

«Pero se necesitarían 66 millones de hectáreas más para producir como antes: eso es sustentabilidad», señaló el ex funcionario del gobierno brasileño.

Para Grobo «no tenemos que olvidarnos que frente a los cambios que hay, en el mundo también, la sociedad tiene un poco de miedo, y así es difícil hablar de números y desde lo racional. Y el miedo es porque la gente no entiende qué espacio va a tener en la sociedad que viene, cuál es el futuro».

«No hay que olvidar esto cuando pensamos qué vamos a comunicar», concluyó el empresario agroindustrial.

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