– Un tambo de cien vacas genera por día unos 6.000 litros de efluentes que se disponen en fosas, desechos con los cuales investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) proponen fertilizar el campo. Una experiencia concreta permitió obtener rendimientos de maíz un 15 por ciento mayores que los logrados sin las aplicaciones.
«Nuestro objetivo fundamental era usar los residuos del tambo como abono orgánico, porque todas las eyecciones de los animales poseen nutrientes que salen del suelo, que luego pasan a las plantas y finalmente son consumidos por las vacas. Devolvemos esos nutrientes al campo, con lo cual tratamos de hacer un sistema lo más sustentable posible», explicó Sebastián Gambaudo, del departamento Ciencias del Ambiente de la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA) de la UNL.
Se trata de una experiencia realizada con el INTA Rafaela en un establecimiento ubicado en la localidad de Lehmann, al norte de la ciudad de Rafaela. «Los resultados fueron satisfactorios», manifestó.
Efluentes
La fertilización se realizó sobre maíz de segunda destinado a silo: «Se usaron los efluentes del mismo establecimiento, que surgen de la limpieza del corral de ordeñe, que contienen estiércol y orina, y que se disponen en fosas», indicó.
Luego de analizar los desechos los aplicaron al suelo antes de la siembra del maíz en distintas dosis, con el fin de evaluar la residualidad: «Parte de esos nutrientes los toma el cultivo, pero el objetivo es que también quede una parte en el suelo», contó.
«Previamente se aplicó un fertilizante, porque hicimos siembra directa, que implica la no remoción del suelo y, por consiguiente, que haya una fertilidad actual muy baja. De ese modo, las semillas que ponemos tienen todo lo necesario para arrancar. El resto de los nutrientes llega por medio del abono con residuos», apuntó.
Maíz
El especialista acotó que la experiencia se realizó en maíz porque se trata de un cultivo que responde bien a algunos componentes de los residuos como el nitrógeno. «Sin embargo, se puede abonar cualquier siembra. Hay experiencias con soja y en alfalfa,», ejemplificó.
«Por medio de muestreos, evaluamos la cantidad de materia seca obtenida. Observamos incrementos muy interesantes de maíz para silo, que es destinado a alimento para vacas, cercanos al 15 por ciento. Además, es interesante el trabajo, porque el mayor rendimiento se logró con un producto que ya se encontraba en el mismo campo, no hubo una compra extra», recordó.
A la vez, argumentó que este tipo de fertilización también se funda en el cierre de un ciclo, de que los residuos vuelvan al campo. «Son nutrientes que estaban en el suelo, que le quitamos al generar materia verde, y que finalmente le devolvemos», anotó.
Gambaudo dijo por último que los desechos que se acumulan se pueden extraer una vez por semana de las fosas por medio de máquinas especiales: «Son herramientas baratas que no precisamente deben estar en cada tambo, sino que se pueden comprar entre dos o tres vecinos», finalizó.