Alerta en España por temor a un atentado al cumplirse diez años del 11-M – Se cumplen 10 años. Alto nivel de alerta en España contra un atentado del terrorismo yihadista islámico en el día en que se cumple el décimo aniversario de las diez explosiones en trenes suburbanos que marchaban hacia la madrileña estación de Atocha. Tres de los explosivos detonaron en un convoy que estaba por partir de la propia estación central a las 7.37 de esa mañana aciaga.
En total, el estrago provocó 191 muertos, 1.858 heridos en el peor atentado terrorista de la historia española. Hace varios días que comenzaron la serie de conmemoraciones, homenajes y exposiciones que continuaran en los próximos días. Este ha sido el más grave trauma para los españoles después de su sangrienta guerra civil 1936-1939.
«Tenemos activado el nivel 2 de alerta lo que significa que existe un riesgo probable de atentado terrorista», informó el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. «Sin duda nos tienen en el punto de mira», advirtió.
Además, recordó que Al Andalus (Andalucía) -territorio de la península Ibérica que estuvo bajo poder musulmán entre los años 711 y 1492- aparece en las proclamas y declaraciones reivindicativas de los dirigentes de la red islamista radical Al Qaeda y de sus filiales locales.
«Es evidente que España forma parte de los objetivos estratégicos de la yihad global. No somos los únicos pero estamos en el punto de mira», aclaró.
Fernández Díaz destacó desde los atentados de hace una década se ha incrementado hasta 1.800 el número de agentes dedicados a la lucha antiterrorista. «En España hemos hecho de la necesidad de hacer frente a una amenaza terrorista la virtud de la especialización», explicó.
También crecieron desde 2004 las detenciones de terroristas yihadistas, pasando de las 100 efectuadas hasta ese año a las 472 que se realizaron después, dijo el ministro.
El acto central tuvo lugar en la catedral de la Almudena en un funeral presidido por los monarcas don Juan Carlos I y doña Sofía así como los Príncipes de Asturias, una representación plenaria del gobierno, encabezada por el presidente del ejecutivo, Mariano Rajoy, el gabinete ministerial y altos funcionarios, diplomáticos y representantes numerosas instituciones.
Las asociaciones de víctimas, profundamente enfrentadas entre quienes defienden la investigación y el pronunciamiento de la justicia y las que se alinean con la teoría de la conspiración que acusan a ETA y a los socialistas, esta vez se unieron para recordar a sus seres queridos.
Según los partidarios del complot todo se produjo para dar un golpe que permitió desbancar del poder a José María Aznar y entregárselo a los socialistas que ganaron unas elecciones generales que en las que el PP esperaba triunfar por mayoría absoluta.
La investigación de la policía y la Guardia Civil fue muy efectiva y rápida y permitió una casi inmediata detención de los responsables, todos vinculados a la red terrorista de Al Qeda dirigida por Osama Bin Laden, que clamaba contra España por su participación en las guerras de Afganistán e Irak. José María Aznar se alió estrechamente con el presidente norteamericano George Bush, abominó de la Unión Europea y no atendió a la extraordinaria movilización popular contra la guerra.
Siete de los principales inculpados se refugiaron en un piso ubicado en Leganés, un suburbio madrileño, y se suicidaron con explosivos. Dejaron una declaración reivindicando la responsabilidad por los sangrientos atentados. Después de un largo juicio un tribunal condenó a 21 personas por un total de 42.000 años de prisión.
El gobierno español por intermedio del ministro del Interior y el de Justicia, Ruiz Gallardón, reconocieron que los culpables de los atentados son los que condenaron los jueces españoles. En una instrucción de más de cien mil folios jamás de encontró una prueba que vinculara a ETA con los terrorismo islámico.
En el funeral el cardenal arzobispo de Madrid, monseñor Antonio Rouco Varela, se preguntó: «¿Por qué hay individuos y grupos, sin escrúpulo alguno, que desprecian el valor de la vida humana y su carácter inviolable, subordinándolo a la obtención de sus intereses económicos, sociales y políticos? ¡Siempre tan mezquinos!.»