Pases de facturas y cruces en el Gobierno por los cortes – Propone un cambio tarifario. Capitanich también mostró diferencias con el ministro de Planificación. Otros reclaman alguna renuncia para oxigenar. «Los únicos que aparecen son los hombres de amianto del Gobierno, como De Vido». Así definió un dirigente de la oposición la falta de presencia del kirchnerismo ante la crisis energética. Sin embargo, ese «amianto» del que parece estar hecho el ministro de Planificación, Julio de Vido, no lo protege de las críticas internas y el pedido de explicaciones por parte de la presidenta Cristina Kirchner.
Es al ministro de Economía, Axel Kicillof, a quien más se escuchó despotricar contra De Vido y su fracaso en la gestión. La enemistad entre ellos no es una novedad, tampoco los tironeos por espacios de poder. Esta vez, Kicillof le reclama a De Vido por la falta de previsión y planificación que derivó en esta la crisis social por falta de luz.
Pero también es mérito del propio ministro de Economía el fracaso en la política energética. Siendo secretario de Política Económica y Planificación del Desarrollo, en agosto del año pasado, Kicillof intervino el área energética. Decidido a controlar, reunió a los empresarios del sector y les advirtió sobre una reestructuración. Desde entonces, el Gobierno controlaría tarifas y ganancias e intentaría engrosar la participación del Estado en Edenor.
Lo cierto es que la política de energía está fracturada desde hace tiempo. En Edesur, con mayoría de la italiana Enel, hay en la práctica un interventor estatal, Luis Barletta, que responde a Roberto Baratta, la mano derecha de Vido. Pero en Edenor, del argentino Marcelo Mindlin, hay cuatro directores del Estado en nombre de las acciones que antes pertenecían a las AFJP. Entre esos directores sobresale el actual viceministro de Economía, Emmanuel Alvarez, que responde a Kicillof.
Por lo que el mismo Alvarez dejó trascender, Kicillof es partidario de aplicar una tarifa social ya, junto con un fuerte ajuste al resto. Cuentan que está decidido a aplicarla y para determinar la población que sería beneficiada, cruzaría datos con ANSeS sobre quiénes reciben la asignación universal por hijo y planes trabajar.
También los expertos de consulta de las distribuidoras, Edenor y Edesur, que advirtieron públicamente sobre la crisis hasta 2003, sugieren que hay medidas que podrían ayudar. Entre ellas, enumeran: dejar de iluminar los edificios públicos, cambiar la hora para que se utilice menos luz artificial y apagar las marquesinas de los comercios.
Pese a las propuestas de unos y otros, el Gobierno no toma ninguna definición de fondo y los cortes y el calor siguen (ver página 3). Así, aunque la crisis y las críticas no amenazarían, por ahora, el sillón del ministro, cerca del Gobierno advierten que debe haber un «fusible» que pague el costo político por la crisis energética, un costo que, de lo contrario, afrontaría solo la presidenta. Por eso, varios apuntan a que si no es De Vido quien pega el portazo, tendrá que ser uno de sus hombres, como el secretario de Energía, Daniel Cameron. Este funcionario, criticado en los últimos días por mostrarse distendido jugando al golf, insiste en que él ya advirtió lo que podía suceder, presentó planes para resolver el problema y nadie lo escuchó.
También el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, se convirtió en una pieza clave del equipo de Cristina y mostró diferencias de criterio con De Vido. Pese a que ambos se mostraron con agendas compartidas, recorrieron las instalaciones de Atucha II y supervisaron el funcionamiento del call center dispuesto para recibir reclamos por la falta de luz, las diferencias entre ambos funcionarios son conocidas por todos y quedaron expuestas en los primeros días del colapso. Fue cuando el jefe de los ministros habló de la posibilidad de cortes programados y De Vido lo desautorizó.
En la Casa Rosada, sin embargo, buscan bajarle el tono y aunque admiten que puede haber «algún criterio diferente respecto de cómo encarar el trabajo», insisten en que tanto De Vido como Capitanich y el resto de los ministros «están trabajando en equipo para resolver la crisis». Informan, además, que el jefe de Gabinete está en comunicación permanente con la Presidenta, la ministra de Seguridad, María Cecilia Rodríguez, y el secretario del área, Sergio Berni.
El sábado, mientras recorrían las instalaciones de la central nuclear, De Vido le prometió a Capitanich que Atucha II estaría en marcha, por fin, en abril de 2014. Y aunque su puesta en marcha llega cuatro años tarde, permitiría abastecer a una población de 4 millones de personas.
Fuente: Clarin.com