– A diferencia de la buena experiencia hecha en 2011, en este tiempo en la cadena láctea no hemos venido manteniendo reuniones institucionales y regulares de la producción y la industria, con miras a anticipar el escenario de primavera, y predomina en los productores la incertidumbre y el desánimo, por el «parate» del precio de la leche de mitad de año, y por no poder salir todavía de los lastres financieros que arrastran.
Nos falta información, o la situación es realmente difícil de entender. Porque en el mercado interno, los lácteos se venden a precios bien altos, y el mercado internacional también sostiene muy buenos valores en sus precios de referencia (en Oceanía, u$s 5.000/Tn de LPE). Y además, se ha venido anunciando la entrada en operaciones de varias inversiones industriales, para la próxima primavera, que se supone necesitarán más leche, para funcionar adecuadamente.
Entonces bien cabe preguntarse ¿Hace falta más leche en Argentina o no? Porque si la respuesta es negativa, comenzamos a entender estos niveles de precios, que no alientan la inversión y el crecimiento. Pero si la respuesta es positiva, debemos avisar con tiempo que sin mejores precios y rentabilidad no vamos a poder alcanzar el mayor nivel de producción que necesitamos.
Y agregaríamos otra frustración si con anticipación hacemos una imprudente proyección de volumen para el último cuatrimestre del año, cuando en realidad no está nada dicho. Como solemos decir: «no cuenten los pescados, hasta que no estén en el balde».
Los precios de julio
Predominó el planchazo sobre los pequeños movimientos de precio. En julio se produjo un pequeño descenso en los porcentajes de sólidos útiles de la leche, y como la mayor parte de las empresas no movieron el precio, esto trajo aparejada (en la comparación contra el mes previo) una estabilidad en la expresión en «$/litro», y un suave incremento, en la expresión en «$/KPT».
En la comparación interanual, en cambio, el incremento sobre julio 2012 se sitúa entre 30 y 31%. Lo cual genera una percepción engañosa, ya que se compara contra precios que desde la salida del otoño de 2011, venían largamente atrasados, y en muchos casos, por debajo de los costos de producción.
El mes pasado fue Lácteos Conosur el único que levantó levemente el precio, y Mastellone, que estaba atrasado en sus cotizaciones del KGB y el KPT, anunció que produciría una suba en agosto, que probablemente sea seguida por otra en septiembre, compensando la gradual disminución estacional de los sólidos.
¿Y agosto?
En este mes se ha desacelerado moderamente la venta de quesos, y en particular, la de mozzarella. Como consecuencia de eso, comenzaron a formarse y a renovarse algunos stocks. Y si bien esto forma parte de la dinámica del mercado de lácteos, en la coyuntura, acarrea un perjuicio «extra» al productor, que de esta manera, ve cómo se debilita un factor de competencia por su leche.
Es decir, se deprime el único mecanismo genuino, capaz de subir el precio: la puja por la leche de los tambos. O lo que tradicionalmente fue bandera de las organizaciones tamberas: el juego de la oferta y la demanda.
Las pymes, presentan a veces algunas limitaciones, pero tienen una virtud: compiten más abiertamente que las empresas grandes, que suelen ofrecernos una suerte de «competencia concertada» o «limitada», si uno quiere. (Aunque más recientemente, a partir de las transacciones que hacen con el suero entre grandes y pymes, también se van enredando en compromisos que antes no tenían).
Pero «todo pasa» (como dice Don Julio Grondona) y «Nada es para siempre» (como dijo la bella película de Robert Redford), así que pronto tendremos la posibilidad de conocer si las empresas bien equipadas y las que están invirtiendo, estarán dispuestas a pagar mejor por la leche que alimentará sus negocios, y a lanzarse junto con los tamberos al crecimiento sostenido y a la captura del sinnúmero de oportunidades que nos esperan.