Duelo en España y polémica por las causas del accidente – Algunos apuntan al maquinista y otros a una falla en el frenado automático. No hay argentinos entre las víctimas. Un dolor profundo y abrumador dominaba ayer la bellísima Santiago de Compostela en el Día del Apostol, la fiesta de Galicia. A las 20.42, la hora del devastador accidente ferroviario que el miércoles provocó 80 muertos, las campanas de la catedral tañeron en señal de duelo acompañadas por las de todas las iglesias de la ciudad.
Las banderas a media asta, la conmemoración reducida a las ceremonias religiosas, los hospitales rodeados por familiares desesperados que ya han perdido todas sus esperanzas o velan a sus seres queridos que están heridos. En total son 143 dolientes, 35 de ellos en estado crítico. Cuatro de ellos son niños.
El momento de la tragedia quedó registrado en la memoria de los vecinos, en un video donde se observa cómo el tren Alvia descarrila a toda velocidad en una curva cerrada y peligrosa, choca contra un muro y después contra el puente. Anoche, estaba abierta la polémica sobre las causas de la tragedia: si todo se debió a la actuación del maquinista, identificado por la Renfe, la empresa estatal ferroviaria, como Francisco Garzón Amo, que está imputado; a fallas mecánicas en el sistema de seguridad o a una combinación de ambas cosas.
Los testimonios del episodio eran lacerantes. «Los vagones se subieron unos encima de otro. Varios saltaron y después cayeron en medio de una nube de polvo y pronto comenzaron los incendios. La violencia fue tan grande que uno de los vagones se saltó el talud y terminó en mitad de una plaza», explicó un vecino.
Uno de los sobrevivientes recordó: «Fue espantoso porque el vagón no paraba de dar vueltas, se rompían los cristales, caían sobre nosotros valijas y pedazos del vagón destrozado, lo que aumentó el número de heridos. La gente gritaba desesperada y cuando terminó de dar vueltas empezó un incendio. Nos rodeaban los muertos y heridos. Unos vecinos me sacaron y yo estaba totalmente conmocionado. No sabía ni quién era.» Después comenzó un vasto operativo de rescate y ayuda. Ayer por la tarde, las autoridades informaron que ya no quedaban restos humanos entre los escombros. De los 80 muertos, 67 han sido identificados pero otros 13 se encuentran en un estado irreconocible. Para identificarlos, los equipos forenses tendrán que utilizar pruebas de ADN. Dieciséis especialistas han llegado desde Madrid.
En diálogo directo desde Vigo con Lois Pérez Leira, el principal dirigente del Movimiento Argentinos en el Exterior, informó a Clarín que hasta el momento » no hay argentinos entre los muertos y heridos por la tragedia, según la información oficial y del Consulado general de la República Argentina en Galicia. Pero hay que estar atentos, porque trece de los fallecidos no han podido ser identificados».
Todos se preguntan una y otra vez: ¿Cómo pudo suceder semejante espanto?
El descarrilamiento se produjo a las 20,42 del miércoles en la línea que une Madrid con Ferrol cuando un tren Alvia, de gran velocidad, circulaba a 190 kilómetros por hora y tuvo que tomar una curva «cerrada y muy difícil», para lo que tendría que haber bajado la velocidad a los 80 kilómetros por hora. Desde Ourense hay 80 kilómetros de recta y los Alvia alcanzan los 250 kilómetros por hora.
Las señales ferroviarias tendrían que haber estado en rojo pero, al parecer, el maquinista con treinta años de experiencia no les habría hecho caso.
«Voy a 190», gritó el operario por su teléfono comunicado con la estación de Santiago de Compostela. O sea que más que duplicaba la velocidad autorizada.
El tren saltó de las vías, chocó con un muro de contención y después con un puente. Uno de los problemas que afecta la seguridad de los Alvia es que utiliza la red férrea especial de los AVE –los trenes de alta velocidad, que llegan a los 350 kilómetros por hora– pero también, otras veces, corre por las vías normales.
El tren tiene que rebajar la velocidad de 200 kilómetros a 80 para tomar la curva famosa por sus dificultades. Incluso, el mismo día de su inauguración, el convoy dio una sacudida que mandó al piso a varios funcionarios y periodistas. La polémica está centrada ahora en la actuación en el frenado del maquinista y en el sofisticado sistema de control de las líneas de gran y alta velocidad. El tramo del estrago no dispone del sistema más avanzado, ERTMS, que controla la línea Madrid–Barcelona. Pero sí funcionaba el sistema llamado ASSFA (Anuncio de Frenado Automático), muy utilizado en la red española. El mecanismo detiene el tren que no respeta las señales, lo que no sucedió en la tragedia.
Atrapado en su cabina de conducción por hierros retorcidos, el maquinista se comunicó por teléfono con la estación y les gritó: «Somos humanos, somos humanos. Descarrilé, qué le voy a hacer, qué voy a hacer».
Las claves del estrago están en la «caja negra» del tren que se encuentra en poder el juez de Santiago de Compostela, que aún no ordenó su apertura. El maquinista, que está herido en un hospital, fue detenido por orden del juez y tendrá que declarar como imputado.
En el escenario de la tragedia estuvieron los reyes de España, el presidente del gobierno, el jefe de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba y otras altas personalidades. Galicia decretó siete días de luto y España tres. El llanto sigue en los hospitales y acompaña a los familiares de los fallecidos. Nadie en España, y menos en Galicia, olvidará estas horas de tragedia.
Fuente: Clarin.com