El Papa desafía los riesgos en Brasil y pide menos seguridad – Es porque quiere estar cerca de la gente en su inminente visita. Francisco usará un jeep descubierto en vez del papamóvil blindado. Con el estilo heroico del profeta desarmado, Francisco renunció a la seguridad para estar más cerca de la gente y no recorrerá Río de Janeiro en un papamóvil blindado sino en el simple jeep blanco descubierto que emplea en las audiencias generales de los miércoles para recorrer en un verdadero baño de multitud la plaza de San Pedro.
Lo anunció ayer el portavoz de la Santa Sede, al presentar el viaje de una semana del Papa argentino a Río de Janeiro, donde lo esperan dos millones de jóvenes (entre ellos más de 40 mil argentinos) para festejar la 28° Jornada Mundial de la Juventud entre el martes y el domingo próximo.
«Es la decisión del Papa», dijo el padre Federico Lombardi, jesuita como Bergoglio, quien afirmó que Francisco afronta el viaje «con serenidad y confianza».
El Papa argentino utilizará en sus desplazamientos automóviles normales, pero cuando deba internarse entre la multitud lo hará en el jeep blanco descubierto. El padre Lombardi contó ayer, en una charla con la prensa para presentar la visita apostólica, que a Río ha sido enviado también un jeep color verde de repuesto.
Ya esta decisión luce como un riesgo casi al límite.
En su primer viaje, a la isla de Lampedusa, símbolo de la tragedia de los inmigrantes clandestinos que llegan desde Africa en las carretas del mar, también Francisco rechazó el «papamóvil» y eligió un jeep «campagnolo» que prestó un turista.
Pero ahora las multitudes serán impresionantes y el estilo de Francisco de dar la mano, abrazarse, besar a los chicos y a los discapacitados, bajarse del jeep y charlar con la gente, para algunos enciende las alarmas rojas.
Además, el Papa argentino ordenó reducir el esquema de seguridad de su visita, según contó ayer el diario Folha de Sao Paulo, «contrariando a la policía federal». La Iglesia brasileña pidió que el equipo de Intervención Táctica de los federales, armada con fusiles, no esté cerca de Francisco para permitirle el contacto con los jóvenes.
La agencia de inteligencia y el Ejército brasileños están cambiando con preocupación los planes para satisfacer los deseos del Papa. «Tenemos total confianza en la capacidad de las autoridades brasileñas para gestionar la situación», dijo ayer el padre Lombardi.
Las grandes protestas sociales que han agitado a Brasil en más de trescientas ciudades en las últimas semanas no preocupan al Papa. «Sabemos que no tienen nada de específico contra el Papa y la Iglesia», agregó el portavoz vaticano.
En Río de Janeiro, muchos jóvenes que manifestaron por más gastos de salud y educación, aseguraron que no retomarán las protestas durante la visita de Francisco. Al contrario, «esperamos del Papa su comprensión y apoyo a los jóvenes que quieren más justicia y que hacen protestas de carácter social».
Francisco llegará a Río el lunes 22. Al día siguiente permanecerá en la residencia eclesiástica de Sumarén, en un suburbio de la capital carioca y el 24 peregrinará al santuario de la virgen de Aparecida, ubicado a 200 kilómetros al sur de Río, al que llegará en helicóptero.
En su viaje el Papa argentino visitará un hospital y la favela de Varginha. El jueves bendecirá las banderas de los juegos olímpicos de 2016, que se realizarán en Río.
Dos millones de jóvenes se reunirán con él en la bienvenida oficial del jueves en la playa de Copacabana. El viernes presidirá las 14 estaciones del Vía Crucis.
El sábado culminará la gira apostólica de Francisco con la gran vigilia de las Jornadas en el Campus Fidei, en Guaratiba, a 40 kilómetros de Río. El domingo,en el mismo lugar se celebrará la misa final, a la que asistirán también varios jefes de Estado latinoamericanos, entre ellos la presidenta argentina Cristina Fernández. Al anochecer Jorge Bergoglio concluirá con su primer viaje internacional.
Tras reunirse con los obispos latinoamericanos del CELAM, abordará el avión que lo traerá de regreso a Roma.
En las últimas décadas, los riesgos que corren los Papas por su inevitable contacto con la gente tuvieron el momento más dramático el 13 de mayo de 1981, con el atentado que casi le costó la vida a Juan Pablo II en San Pedro, cuando le disparó el turco Alí Mehmet Agca. Juan Pablo II sufrió un nuevo atentado en Fátima un año después, adonde llegó para agradecer a la virgen por haberse salvado. En esa ocasión un cura español desequilibrado, Juan María Fernandez Kron, quiso ensartarlo con una bayoneta pero fue inmovilizado apenas a tiempo. Antes, en noviembre de 1970, Pablo VI fue herido en una mano por un desequilibrado durante su visita apostólica a Filipinas.
Fuente: Clarin.com