Espontáneo y cordial – Salió de la parroquia de Santa Ana a la calle. La seguridad volvió a quedar desconcertada. Antes del Angelus en la Plaza de San Pedro y frente a cientos de miles, el Papa Francisco celebró su primera misa en la parroquia de Santa Ana del Vaticano. Lejos de la formalidad pontificia, se salió de nuevo del protocolo y así comenzó a hacer costumbre sus reacciones espontáneas.
Esta vez, como si fuera el cura de cualquier iglesia, salió a la puerta y saludó a los fieles que lo habían escuchado: muchos de ellos argentinos, como él.
Al terminar la misa, se acercó al encargado de su seguridad para decirle lo que iba a hacer. El hombre se sorprendió primero, pero no llegó a decirle que sí porque Francisco y a había comenzado a acercarse a las vallas donde lo esperaban los fieles.
«Los hombres de negro hicieron hacer malabares para rodearlo mientras él saludaba con apretones de manos, besos, palmadas y abrazos», según el relato de un periodista del diario La Repubblica, que calificó el comportamiento del Papa argentino como «un gesto sorprendente de total ruptura de protocolo».
«Habla como si estuviera en una parroquia», dijo José María Zivano, de 39 años, sacerdote de la parroquia de San Benito en Buenos Aires. Zivano y su compañero Mariano del Río, también religioso, se despidieron hace unos días de Bergoglio y se reencontraron el domingo en Roma con Francisco.
«Se marchó como nuestro obispo Bergoglio y ahora es Papa’’, recordó Zivano a la agencia AP. «Dice que está muy bien y con mucha paz. Y creo que lo está transmitiendo». «Es la misma persona que habla directo al corazón».
Todos le sacaban fotos, le estiraban los brazos y le gritaban a medida que se alejaba. Un grupo de religiosas se acercó para abrazarlo afectuosamente.
Entre los fieles que hacían cola para reunirse con él, estaba Pedro Orlandi, el hermano de Emanuela, una joven desaparecida en 1983 en las instalaciones del Conservatorio Vaticano donde estudiaba flauta.
Bergoglio paró un minuto para hablarle a Orlandi y, de acuerdo con la información de la prensa italiana, se comprometió a volver a verlo pronto. La familia de la joven había intentado hablar con Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero sin éxito.
Luego de mezclarse con la multitud, Francisco salió de la iglesia a bordo de un coche normal, no de la limusina con la patente «SCV1», que suelen utilizar los papas. Ya después de la primer cena como Pontífice junto al resto de los cardenales, la noche del miércoles, había sorprendido al regresar a su residencia en el Vaticano en autobús con el resto de los purpurados y rehusarse a subir al auto.
Fuente: Clarin.com